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Ciudad Atlántica de 2017

Teo Mesa

Las Palmas de Gran Canaria —

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Este honorífico y merecido título de “Ciudad Atlántica de 2017”, se le ha otorgado a la histórica y marítima metrópoli de Las Palmas de Gran Canaria. No ha sido concedido por los títulos que en su haber tienen como ciudad, desde la historia de su fundación en 1478, por Juan Rejón, el Deán Bermúdez y sus huestes conquistadoras, mediante Real Providencia de la reina Católica Isabel I de Castilla, firmada en Sevilla el día 13 de mayo del año citado, para la invasión y anexión a la corona de su regencia de todo el territorio de la isla de Gran Canaria, como primera de las islas conquistar por los reyes Católicos.

Se ha obtenido este galardón el pasado 27 de septiembre, en Dublín, concedido por la Comisión Europea sobre el Arco Atlántico, en competencia con otras ciudades costeras de este océano. Y ha sido por las considerables mejoras en todo el entorno de la ribera que baña el Atlántico en esta urbe, que como ciudad marítima se ha desarrollado y rehabilitado dicha costa, para plausibles accesos a los paseantes, bañistas, deportivos, lucrativos y de mejoras estéticas de todo el litoral urbano.Se han valorado los esfuerzos y evoluciones constructivas que desde el año 2007 han llevado a efecto el Consistorio capitalino (en sus varios mandatos municipales y grupos políticos), fundamentado en la sostenibilidad medioambiental, social, cultural y económica.

Muy bien le viene este apropiado laurel a la ciudad, después del varapalo dado a la candidatura de ‘Ciudad Europea de la Cultura 2016’, con grandes esfuerzos programáticos, labores y económicos, para obtenerlo por parte del Consistorio, que fue dado ese honor europeo a la bella ciudad donostiarra de San Sebastián, en Euskadi, que también rivalizaba –entre otras– con la ciudad grancanaria. El próximo año le toma el relevo de ‘Ciudad Atlántica’, a la ciudad francesa de Brest, que lo ha sido durante todo el presente año 2016.

Precisamente, Las Palmas de Gran Canaria es una urbe que por su privilegiada temperatura, se permite durante casi todo el año, disfrutar de las playas capitalinas, pasear, hacer deporte, realizar actos culturales, simposios, etc. en la metrópoli y por todo su litoral. Y lo puede, por gozar de una bonanza de clima dentro del mismo perímetro ciudad, que fue catalogada por la universidad de Siracusa (Nueva York, EEUU), en 1999, como el mejor clima del mundo (quedó la primera en una puntuación de 100 sobre 100, entre las 600 capitales mundiales analizadas en su climatología anual).

Además de sus playas, muelles, y otros factores para deleite y comodidad de los ciudadanos para hacerles una ciudad urbana agradable en vivirla, tiene en su alargada estructura lineal (o mejor, triangular, por su evolución expansiva), más de diez kilómetros por ambos lados de su costa, tanto en la costa Norte, como la costa Este, para que sus habitantes puedan ejercitar y complacerse en sus gustos preferidos sobre estas avenidas náuticas. Hecho geográfico que la hace más singular aún, y que como pocas metrópolis del mundo, en tener dos riberas u orillas marinas a ambos lados de la ciudad. Geografía que es más compleja, trabajosa y costosa dinerariamente, en sus cuidados y tratamientos de mejoras o remozados, por sus dobles dimensionadas costeras. Por lo que la orografía del litoral la hace que sea más ardua en sus acicalados y progresos.

En el litoral norte, presume la ciudad de tener una playa de tres kilómetros de extensión: Las Canteras. Ésta es muy mimada en la modernización de sus estructuras de accesos, baños saludables, limpieza y protección a los playeros o paseantes. Cuenta con una barra natural de piedra arenisca, que la hacen en su orilla un remanso de sus aguas (a pesar de tener las bravas aguas norteñas en rebosos o pleamar, o las llamadas “mareas del Pino”, producidas éstas, durante los meses de finales de agosto y los inicios de septiembre) y de extrema seguridad para los bañistas, anulando las corrientes norteñas de la mar, que la convierten en una piscina natural con salúbricas aguas transparentes y renovadas constantemente. Es asimismo, considerada una de las más importantes playas urbanas de carácter mundial. Y en su lado más septentrional, cuenta con una de las playas de arenas y rocas, virgen y natural aún: El Confital, al no haber llegado a ella la ‘civilización’ del cemento, el asfalto y la vil especulación.

En el lado Este de la ciudad costera atlántica, está compuesta por la playa de Las Alcaravaneras (apodo derivado de los alcaravanes que en ella habían); muelle deportivo para atraques de veleros de recreo de todos los continentes; y un largo paseo que rodea todo ese lado costero, de una punta a otra de la ciudad (zona robada al océano hace cincuenta años), hasta el barrio de San Cristóbal, con su puerto pesquero, y la pequeña playa, y rematado con la playa, de arenas grises, de La Laja. Igual que el predicho, la extensión de este extendido paseo es de más de diez km., y los habitantes urbanos lo pueden transitar aireados por los aromas del Atlántico y las frescas brisas de los alisios del noreste.

La zona marítima más importante de este litoral urbano está constituida por el anexado Puerto de La Luz y de Las Palmas (4º del Estado en cabotaje, 18º de Europa y 98º del mundo). El puerto forma conjuntamente, una parte indisoluble de la ciudad, y no se comprende a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria sin su dinámico e importante puerto en la inmejorable rada natural en el que se cimentó. Refugio marino que desde antes de ser colonizada la isla y durante toda su historia, ha servido de protección a los veleros –y vapores– que fondeaban o atracaban en sus puertos. Es punto de enlace y puente entre los tres continentes, en la navegación marítima de los grandes buques cruceros de turismo, de línea de pasajes o mercantes en sus largas travesías oceánicas. La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, que desde su historia portuaria, con la construcción del primer espigón en 1883, ha sido escala obligada para las mercancías de todo tipo, avituallamiento y de repostaje y de movimiento de viajeros de los continentes citados.

Esta ciudad marítima ha de pervivir, como siempre se lo ha propuesto, viviendo con el mar, formando parte de sus aguas y de cara al mar. Ambas forman una alianza inexorablemente indisoluble en su trilogía: hombre-vida-mar. La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria no podría existir sin el Atlántico y su idiosincrasia urbana y geográfica depende de esta orilla bañada por el Océano. Y sin perder la vista del horizonte, como de siempre han vivido los originarios laspalmenses, en la búsqueda y el descubrimiento de ese plus ultra, que anhelan los aventureros canarios. Y fue justamente, ese océano quien la generó su existencia. Vida fundacional llegada a través de las olas del colosal Atlántico.

Han sido concretamente, el Océano Atlántico, con sus aguas, floras y faunas; los puertos de la ciudad y los marineros y hombres de la mar, los elementos plásticos que constantemente han inspirado a los escritores grancanarios. La natalidad y vivencias hasta su juventud en la ciudad de Las Palmas, marcaron la sensibilidad de D. Benito Pérez Galdós, fecundando en él ese apego por el mar. Ejemplo de ello fue la constante presencia marina en varias de sus novelas y personajes, con la primera novela de los Episodios Nacionales, “Trafalgar”, de la que hace todo un dispendio de conocimientos náuticos; o sus continuos dibujos y pinturas con temas marinos. Como también lo fue el poeta modernista Tomás Morales, que tiene su gran éxito con sus poemas “Los puertos, los mares y los hombres de mar”, comenzando el primero: ‘Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico,’ etc. Y a los artistas plásticos en general, como el pintor, también modernista y simbolista, Néstor Martín Fernández de la Torre. A ambos con sus ‘Poemas del Mar’, los han encumbrado en sus obras creativas artísticas.

La ciudad marítima de Las Palmas de Gran Canaria, situada en el Atlántico medio, y próxima al trópico de Cáncer, es coronada en su lado más septentrión con el islote de La Isleta, con sus tres montañas violáceas le funden un peculiar carácter a su paisaje. Este islote se fundió con la isla y forma parte de la ciudad por su istmo (o tómbolo), ofrece en su estructura una singularidad geográfica entre La Isleta, la ciudad y el resto de la isla.

La elogiada ‘Ciudad Atlántica 2017’ deberá organizar en obligado cumplimiento, durante el próximo año, el Día atlántico, durante la celebración de la Feria Internacional del Mar, FIMAR 2017, gestionará un seminario que cuente con la participación de los miembros del Ejecutivo de este proyecto europeo, la Presidencia y la Secretaría General de las ciudades Atlánticas. Además de otros ilustres invitados a los fastos y eventos.

Pero la ciudad marítima de Las Palmas de Gran Canaria, no debe quedarse estancada en sus mejoras estéticas, de progreso colectivo, por haber conseguido este preciado galardón. Tiene el deber con sus conciudadanos y visitantes de perfeccionar todos los accesos urbanos para su evolución con los tiempos y de comodidad y disfrute de las zonas urbanas, para con todos. Pero no hay que tener desmemoria con la muy vergonzosa asignatura, que tiene aún pendiente la ciudad, para con su embrión fundacional de Vegueta y Triana, que además tiene el honor de ser una de las ciudades más antiguas del Atlántico medio y oeste, y del Archipiélago canario, para conseguir que sean estos barrios, Patrimonio de la Humanidad.

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