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Comisión para la reforma de la aberrada ley electoral canaria

Teo Mesa

Después de escuchar y leer las crónicas sobre la Comisión para la Reforma Electoral Canaria llevada a cabo esta semana en la Parlamento canario por los politólogos invitados, quienes presentaros sus expertos criterios para intentar modificar la disparatada ley electoral canaria; y de los manidos argumentos de los partidos con representación en el hemiciclo canario, se llega a la conclusión de que ha sido un brindis al sol, o que todo quedará en agua de borrajas.

No existe normalidad democrática con una ley electoral tan deformada y arbitraria, que solo beneficia a determinadas facciones de partidos políticos canarios, como lo hace con CC-ATI. Nunca beneficiará al partido más votado. Y lo es por la desvalorización de los votos de las islas capitalinas más pobladas, a favor de las mal llamadas islas ‘menores’. No es de razón democrática que los votos de las islas periféricas valgan veinte veces más que las islas mayormente pobladas, como lo son Gran Canaria y Tenerife. O sea: un voto en las islas de menos población, valen por veinte votantes de las islas capitalinas. De tal forma que 170.000 votos se irán a la basura. O como si no hubieran ido a las urnas. Es un latrocinio y esperpento democrático.

Nadie es culpable de que en un procedimiento democrático las queridas ínsulas periféricas estén con menos población y queden con menor representación parlamentaria. En un sistema democrático la ley establece como condition sine quanon: una persona, un voto. Todos esos habitantes de las islas periféricas tienen la legitimidad, y el deber por parte de los gobiernos de turno, a que sean atendidos en todos los proyectos de evolución y desarrollo establecidos, y al estado de bienestar, a que tienen todo el derecho. Ahí está la obligación, por ética y moral, de ser atendidos con todos los servicios sociales de los que también gocen las demás islas que tengan mayor número de representación parlamentaria. Faltaría más.

Para nada les interesa a CC-ATI que se cambie este anormal y antidemocrático sistema electoral. Y para ello, su representante llegó a la comisión con la égida y el escepticismo sobre este asunto a tratar, e incluso amenazando a los presentes parlamentarios, de cambiarían o anularía en el nuevo estatuto, recogido en el artículo 37 el estatuto que se tramita, del modelo electoral canario. Preguntó el delegado de Ati-Cc, “¿En qué medida el actual sistema es justo o injusto?” La respuesta está en la hipócrita torpeza de la misma, en la egoísta ceguera política o en el cinismo más obtuso.

Las décadas que lleva aposentado en el poder gubernamental canario de CC-ATI, han anulado a los partidos que han obtenido un mayor número de votos en las islas mediante esta coalición (evidentemente son lícitas y democráticas las junciones para gobernar entre varias facciones). Conseguida con esta anómala ley electoral, es al fin y a la postre una legitimidad caciquil de perpetuarse en el gobierno de las islas. Por lo que están muy interesados los partidos ‘supuestamente nacionalistas’ de las islas, tanto periféricas como algunos partidos capitalinos, en continuar omnipresente con esta sinrazón democrática. Sostenella y no enmendalla.

El presente sistema ilegal electoral, que data del año 1982, para la designación de los representantes del Parlamento Canario, lo tiene muy bien atenazado Coalición Canaria - Ati, obstruyendo con todo descaro, cualquier reforma en una equidad y lógica del sistema democrático. Es el actual un sufragio fraudulento. Bien lo saben los de estas formaciones nacionalistas, que fueron a la comisión de la reforma electoral, con los cuchillos entre los dientes y amenazando con romper la baraja, de no quedarse cual tal está y realizar la mínima transformación en el procedimiento electoral, que debe tener el apoyo de dos tercios de la Cámara. Precisamente, es el peor de todo el territorio nacional. Ni desean admitir intervención alguna de ningún partido extraparlamentario para su corrección.

Siempre he entendido los nacionalismos como una ideología que aspira a conseguir lo mejor de las benevolencias sociales para la comunidad donde radica. No lo entiendo como una egoísta avaricia en único favor de sus islas (como en el caso de una única isla en ser favorecida en detrimento de las demás) y de otras trapisondas de sucias corruptelas a las que se presta como hábito normal en sus políticas. Tampoco concibo, que los hipotéticos ‘amantes sobremanera de su tierra’, menoscaben el medio ambiente y el territorio paisajístico protegido en beneficio del vil aprovechamiento de unos pocos privilegiados.

La democracia canaria está herida o no existe con este sistema electoral, de suspicaz y malévola implantación, que se eterniza en el tiempo. Los dos partidos mayoritarios PSOE y PP, no se ponen de acuerdo para cambiar esta aberrante ley que solo beneficia a los partidos insularistas en sus determinados feudos, nunca a la generalidad archipielágica. Dicen éstos de cambiarla cuando lleguen al parlamento, en cada nueva legislatura, pero no se atreven por el chalaneo en los apoyos que CC (1 solo diputado en la Cortes españolas) ofrece al gobierno central. Harán siempre de comparsa de ATI-CC para que gobierne esta coalición.

Y no hay quien les baje del sillón gubernamental. Solo se podrá hacer con una mayoría aplastante en uno de los citados partidos, u otros emergentes, porque el voto antidemocrático está muy repartido y cuando no, se va directamente por el sumidero de la impotencia por tal desproporción aludida. Lo mejor será que vayan a votar solo los partidos insularistas y los ‘presuntos nacionalistas’ de Ati-Coalición Canaria.

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