Cosas que quiero votar, y botar
Primeras elecciones municipales de la democracia. Abril de 1979. Mi compañera y yo estábamos muy liados como para depositar la papeleta. Fuimos de las casi setecientas mil personas de Barcelona que no lo hicieron, frente al millón y pico que sí y optaron por un ayuntamiento progresista (hoy diría la caverna, social-comunista.) Ella estaba muy complicada con la filosofía del lenguaje de tercero y un novio que se le resistía en el alto Pirineo. Yo solo absolutamente embelesado con las clases de José María Valverde y una argentina que me sacaba quince años y había sido torturada en épocas pretéritas del milico Lanusse. Es decir, practicábamos la abstención activa.
Ahora que se acercan municipales, me confieso aburrido, casi apático. Me gustaría votar por el cantón independiente de Coruña, la república de Barcelona metropolitana y la ciudad-Estado de Las Palmas de Gran Canaria. No me confundan, no soy Boadella ni nada que se le parezca. Solo un libertario cantonalista trasnochado que añora la fiesta y no soporta las caras largas, tabernarias y agrestes de la mayoría de los que se dedican a la cosa pública. Por eso me gusta mucho Carolina Darias como alcaldesa de Las Palmas de Gran Canaria. Y Reyes Maroto de Madrid. Ambas sonríen, saben, proponen.
Mi compañera aprobó, con mi ayuda, la filosofía del lenguaje. Con mi ayuda, también, se ennovió de forma discontinua con aquel australopiteco pirenaico. Yo, por mi parte, seguí embelesado con Valverde y me despedí de la amada argentina en la estación de metro de plaza de Cataluña: los dos teníamos miedo. Todavía el recuerdo me entristece. Nadie podía imaginar todo lo que vino después. Como escribió Claudio Sánchez Albornoz en España. Un enigma histórico: “Castilla -y en seguida León, pronto hermanada con ella para siempre- hizo y deshizo a los hombres.” A las mujeres, las quemaban por brujas o las hacía reinas como Isabel. Nadie, digo, imaginó ni preparó. Por eso deseo, a modo de homenaje íntimo, quizás egoísta, que los ayuntamientos ibéricos y ultraperiféricos, y baleares, amanezcan, el 29 de mayo, repletos de mujeres libres, sonrientes, progresistas, que nos ayuden a permanecer felices algunos días, y otros también.
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