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La cumbre del clima de Marrakech

Teo Mesa

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Cumplido el año de los Acuerdos de París, el cual establecía un tope en las emisiones de gases de CO2 y otras emanaciones perniciosas, o sobre la reducción de las temperaturas generadas por la actividad humana en la combustión de la quema de productos fósiles para la producción de energías (gas natural, metano, carbón y petróleo). Que son estas las energías que en su ignición producen el efecto invernadero por estos gases en la atmósfera. El objetivo era que estas temperaturas no subieran más de 2oC en los próximos años. En dicha conferencia sobre el Cambio Climático de Marrakech, 200 países acuerdan combatirlo, para que no sea una maldición bíblica global definitiva sobre el planeta, en corto plazo de tiempo. Y a su vez ratifican los Acuerdos de París, para su cumplimiento sea un compromiso político mundial irrevocable. Entre los firmantes del citado acuerdo en la capital gala, lo hicieron China y EE UU, quienes jamás lo habían efectuado en las anteriores cumbres. Los mayores contaminantes del planeta, que solo concurrían a título de generosa audición protocolaria.

Otro de los importantes asuntos puestos a debate, fue recordar la firmeza del compromiso establecido por todos los países firmantes del cónclave de París –que viene de largo tiempo, pero sin concretar–, para que los Estados Occidentales, quienes son los responsables directos y únicos, que han desatado el cambio climático, destinaran una partida económica de 100.000 millones de euros anuales, el llamado Fondo Verde, con el objeto de que los países subdesarrollados industrialmente del sur (los del norte son subdesarrollados cerebralmente y visceralmente egoístas en su sinrazón existencial). Este no se acuerdo de ningún modo. En este tema de aportación económica, los países demuestran, una vez más, sus inveteradas ingratitudes con las demás naciones. Se plantea, como solución continuada con los países desarrollados industrialmente, que estos pueblos del sur no continúen con la combustión de los productos fósiles. O sea, utilizando energías sucias y contaminantes.

Uno de los asuntos tratados e infortunadamente más espinoso, ha sido el de fijar un tiempo para la reducción de los gases de efecto invernadero emitidos a la atmósfera. Compromiso al que deben llegar todos los países firmantes, con el objetivo de no producir más aumentos del calentamiento global por las altas temperaturas que generan los gases. El pasado año de 2015, aumentó la temperatura de la Tierra en 10C. Justamente la mitad de las previsiones acordadas para el año 2100. En los dos últimos años se han registrado las mayores subidas del mercurio, desde que existen controles. De tal manera, que el incremento de las temperaturas es imparable y el Cambio Climático sigue en aumento y nos llevará irremediablemente a continuadas catástrofes climáticas, que recaerán sobre el Medio Ambiente, los ecosistemas, y nos aboca a todos los seres a una dura existencia sobre la Tierra y en cada trozo de ecosistema donde desarrollen sus vidas, tanto animales, vegetales, como humanos.

Pululaba en el espeso ambiente de esta reciente convención, ciénagas dudas sobre el compromiso de EE UU, firmado por presidente saliente  Obama, ante el temor al majadero negacionista del Cambio Climático –por intereses creados–, el trueno que ocupará la Casa Blanca en próximas fechas. Que más que persona racional y ecuánime es un cacho de carne con ojos (como popularmente se tacha este tipo de personajes extravagantes). Este sujeto solo piensa en sus goces de instintos primarios cuan animal, en los placeres efímeros de la carne de su sexo y del dinero a raudales como fórmula de vida, quien en su demencia arbitraria, puede revocar la firma de su predecesor. Lo que sería un deplorable retroceso en los Acuerdos de París –del cual anuncié, en anterior escrito de su momento, mi escepticismo a su cumplimiento, en base a los dislocados intereses de cada nación por seguir con sus industrias–. Nada se ha conseguido desde el primer Protocolo de Kioto. Estamos viviendo en una factoría de gases venenosos de CO2 desde hace un par de siglos, que de no poner drástica resolución nos llevaría a las tragedias anunciadas por los científicos.

Pero sin ser negacionistas, existen muchos mandatarios de naciones que ciegos y dirigidos por los intereses de los capitostes, no hacen lo más mínimo por aminorar los nefastos gases de efectos invernaderos, que nos anuncian ya las calamidades climáticas.  Tal lo es nuestro gobierno central, con la torpe manija de su presidente, permitiendo aún y no se sabe hasta cuándo, la quema de carbón como combustible, y no comprometerse a bajar las emisiones de dióxido de carbono junto a los demás países firmantes del Acuerdo de París ni de otros precedentes. España no ratificará la firma de este compromiso hasta 2017. Esperemos que lo cumplan estos tahúres del embuste.

Un ejemplo de compromiso ético y de conciencia lo han protagonizado la pareja de multimillonarios estadounidenses Kristine MacDivitt Tompkins y su esposo Douglas Tompkins (ya fallecido). Esta pareja ha destinado gran parte de sus cuantiosos capitales a la lucha contra el Cambio Climático a nivel terráqueo. Esta pareja activistas conscientes, han invertido en los últimos catorce años 356 millones de dólares en la compra de grandes extensiones de tierras en el cono sur americano. El propósito es reconvertirlas en parques naturales de reservas para su protección medioambiental. Han comprado para este fin de protección a la Naturaleza, terrenos en Chile y Argentina, que una vez preservados y mejorados en su ambiente de naturaleza o dejados en su estado natural virgen lo darán como Fundación de Parques Naturales a esos países, para que sean convertidos en reservas naturales invioladas, para ser visitadas por un ecoturismo internacional. La comprometida magnate, adinerada con sus inversiones en la bolsa, es reflexiva y pragmática en su consciente compromiso. “Sé que el cambio climático existe, lo he visto. Y estamos paralizados, es una tragedia. No estamos dispuestos a hacer lo necesario para detenerlo.”

Seguiremos los humanos con nuestra ceguera en toda la Tierra y dejaremos a las futuras generaciones, más que un planeta limpio y vivible saludablemente, heredarán un mundo de desastres climáticos insufribles. Ojalá yerre en esta apreciación y los que manejan los devenires económicos en el mundo, tanto políticos como magnates de las finanzas y los millones de habitantes, seamos conscientes y solidarios de esta tragedia que puede ser irreparable.   

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