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El foro de Davos: la globalización tenebrosa por Javier Aparici
Desde luego, tratándose de actividades promovidas por los que cuentan con más recursos, los “envoltorios” son impecables. Así, el más conocido como “Foro de Davos”, se presenta, nada menos que, como “una organización internacional independiente comprometida en mejorar el estado del mundo incorporando a los empresarios, los políticos, los académicos y otros líderes de la sociedad para modelar las agendas globales, regionales e industriales”. Es decir, que es una organización privada, dirigida a las élites de poder con el fin de componer las políticas de intervención en los asuntos sociales, económicos e industriales de los países y de la comunidad de naciones. Todo ello, para mejorar el estado del mundo. ¡Qué bien!, ¿no?
Una primera cuestión que se suscita en torno al WEF (por sus siglas en inglés) es la de que por qué teniendo tan noble y general fin, la gran mayoría de sus reuniones de debate y de puesta en común son “a puerta cerrada” y sin la presencia de los medios de comunicación. Otro reparo es el de por qué pretende influir en las agendas generales si se define como centrado en la economía. Y, también, cómo es que se pretende mundial si solo da cabida a las concepciones e intereses capitalistas de lo económico.
Aún así, desde hace décadas, en Davos, una prohibitiva zona de ocio alpina del pequeño estado suizo -refugio internacional de la evasión de capitales- y protegidos de intromisiones y atentados por un ejército de miles de militares, se encuentran en la “Reunión Anual” los líderes a ejercer sus responsabilidades. Este difícil año, en torno al lema La gran transformación: dar forma a nuevos modelos, los tomadores de decisiones han vuelto a acordar medidas en asuntos críticos económicos, políticos y sociales, según se reflejaba en las noticias, “(?) en forma conjunta, con valentía y estratégicamente, para mejorar el estado del mundo para las generaciones futuras” retomando “(?) su propósito central de definición de lo que el futuro debe ser, la alineación de las partes interesadas en torno a esa visión e inspirando a sus instituciones para hacer realidad esa visión”.
¿Qué se ha acordado en ese supuesto espacio de mentes preclaras y valores humanitarios? De lo poco que ha traslucido se puede destacar la cerrada defensa del capitalismo existente, que , ahora, solo precisa reorientarse a exprimir “la economía verde”; una propuesta de salida de la falta mundial de empleos, basada en que, para poder trabajar, los y las desempleados -sobre todo los más jóvenes- se tornen micro empresarios (¿cómo no se nos había ocurrido antes?); y un tremebundo informe sobre los “Riesgos globales 2012”, que ante la grave recesión económica de padecemos y los mayúsculos problemas que está ocasionando, no atribuye ninguna responsabilidad, ni al sistema neoliberal, ni a sus líderes. Ante este órgano de la ofensiva mundializada de los poderes fácticos ¿para qué están la ONU y los Parlamentos nacionales legítimos y democráticos?
Lo que está claro es que con “pastores” así, no necesitamos “lobos” que se nos coman.
Javier Aparici
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