Las figuraciones desfiguradas del artista Armando Lorenzo

Armando Lorenzo es un consumado artista que cuenta en su haber vocacional y técnico con un amplio bagaje experimental. El experto pintor y versado grabador calcográfico posee una formación que dio comienzo en sus inicios estudiantiles, siendo esta de tipología académica, por haber realizado los cursos formales de Bellas Artes en la capital del reino. Multiplica sus doctos conocimientos con una continuada labor de investigación en los materiales de la plástica sobre sus lienzos; a lo que suma su gran oficio y las experiencias adquiridas sobre las planchas de grabados. Sin embargo, los conceptos del academicismo de sus estudios reglados precedentes, que de mucho le sirvieron para obtener una sólida base técnica y los conocimientos del arte y su historia, quiso adrede, que quedaran en el olvido en sus recónditos del saber. Su arte va por otros convencidos derroteros: subjetivación en la libertad de acción y en el libertinaje de la expresión.

“De las Academias, ¡líbranos Señor!”, escribía en un verso el vate modernista Rubén Darío, en Letanía de nuestro señor Don Quijote. Precisamente esa es la prédica y el propio credo que siente y lleva a la práctica Armando Lorenzo en su obra. Su arte es antiacadémico, responde estrictamente a sus emociones internas. El artista en sus propuestas teóricas y temas a desarrollar en sus pinturas, pone en práctica sus libres albedríos mediante el subjetivismo más irracional. Abandona toda similitud con los cánones de lo formalmente correcto en la representación gráfica de sus obras. No así en los valores ocultos que conllevan cada cuadro –o cualquier obra de arte–, que sí deben estar presentes intrínsecamente, aunque no se palpen, pero se perciben. De lo contrario, se desvanecería la obra en estas imprescindibles técnicas del arte.

El artista Lorenzo es fiel a su sino sensorial y sensibilidad estética cuando se enfrenta a la mancha inicial del lienzo: en el dibujo, color y expresión de sus figuras; y sus adyacentes y complementados fondos que, también forman parte de la obra para destacar sus elementos principales. Él asume y practica un arte absolutamente expresionista. Este estilo se encuentra en sí mismo, en su sentir más interiorizado, en su discurso plástico más íntimo, más personal y propiamente singular. Su plástica está supeditada a sus sentires y formas de concebir el arte pictórico por el dibujo y la pintura. El arte es expresar un sentimiento interiorizado. Así es como se manifiesta el ser humano, y en este ejemplo de la pintura expresionista, lo elabora Armando Lorenzo con su exquisita sensibilidad, en la búsqueda y encuentro de su privativo expresionismo. El estilo del artista está ya definido desde hace tiempo en su quehacer, lo ha asumido de forma invariable, y es personalmente suyo. Encontró, tiempo ha, su piedra de filosofal en la estética y su lenguaje.

Con el título D’autres Melánges (Otras Mezclas) ha concebido Armando Lorenzo su última serie temática en óleos sobre lienzos. En todas ellas el argumento base, o tema predilecto y más sugerente para ser plasmados por el artista, sigue siendo aún, el ser humano. No lo aparta, a priori, de las emociones vividas de sus congéneres, en este compromiso que tiene con el arte y la pintura más significativa. Se ha arrogado este maestro de la pintura, en su expresión más profunda y el dibujo desvirtuado de la realidad, las figuras humanas (casi como argumento único) y otros elementos concatenados que complementan la temática para ilustrar su quehacer pictórico. El creador artístico encuentra en las imágenes de las vivencias del hombre y la mujer (especialmente en la mujer, y la inspiradora estética de sus formas carnales y femeninos atuendos textiles y ambientales).

Representa en sus telas toda una pléyade de connotaciones sociales en las personas: motivos, estéticas y demás percepciones e inspiraciones, que solo sabe ver y escudriñar el ojo biótico-estético del propio artista.

El artista Lorenzo es un indagador de formas encontradas a través de las manchas iniciales que aplica intuitivamente, bajo el dictado de su talento y estado emocional del momento, sobre la tela en la que plasma sus figuras. Percibe, busca y rebusca los primigenios indicios de algunas formas que le sugieran similitudes anatómicas de cualquier figura humana. A partir de ahí se van formando las muy sugerentes y ácratas imágenes expresionistas en su concepción. El resultado es en su lenguaje pictórico: figuraciones desfiguradas de la realidad y su naturaleza. Estas figuras pertenecen únicamente a la demencia pasajera en el ingenio del artista. Obedecen a la transformación anímica que vive y sufre cualquier creador durante el proceso de sus obras. Y por la aptitud, de la que está sobrado este singular hacedor de la plástica.

Junto a las conceptuales imágenes –siempre expresionistas–, que tanto abunda en la peculiaridad artística de Lorenzo, se aderezan estas, con unas cromías de abigarrados matices, porque así se lo demanda su sentir estético. La mancha de colores se satura de ricos y variados tonos que armonizan la obra en su conjunto. Para él el arte no tiene sentido si no está ‘perfeccionado’ con esta saturación de cromos. Así lo siente en su animismo y de esta manera lo hace real y patente. El color puro y homogéneo no existe en su paleta. Bien sabe este artista, que el color es el primer de los estímulos externos que capta el ojo humano y está cargado se simbolismos.

Y cómo no, con la presencia del ser humano en las figuraciones desfiguradas, que pasan a ser entes abstractos por sus deformaciones anatómicas, aunque cargadas de la significación engendradas por el artista. Estas imágenes se las muestra al espectador para que participe también de ellas, las disfrute en su entender e interpretación; la quiera leer, ver y comprender a su manera y sentido, en el lenguaje que sustenta el cuadro originado por los sensibles adentros del pintor. En conclusión, Armando Lorenzo hace un arte distinto y muy personal, con un estimulado profesar.