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La gestión de la escasez

José Miguel González Hernández

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Cuando hay abundancia, hay relajación. Cuando hay escasez, intranquilidad. En ese orden, la cosa va bien, pero en otro, no parece que dé óptimos resultados. Me explico. Si hay abundancia, los nervios podrían llegar desde la ansiedad por tener más y más, apareciendo comportamientos tacaños y miserablemente ambiciosos. El peligro surge cuando quieres más y más y, por presionar en demasía, corres el riesgo de perderlo absolutamente todo. Así que, step by step. Por el otro lado, si hay escasez y la combinas con la relajación, la marea termina por arrastrarte, porque los problemas no surgen y se evaporan por sí mismos. Los problemas se afrontan y se solucionan. Si son grandes, se trocean y, si no se pueden acometer en soledad, pues se pide ayuda.

¿Caso práctico? Supongamos que es un gobierno que quiere confeccionar unos presupuestos, sabiendo que se han de comportar como la expresión contable de su política económica. Pues bien, por un lado, tienes los ingresos y, por otro, los gastos. Si los ingresos son inferiores a los gastos, aparece el déficit. Por el contrario, si son superiores, hablaríamos de superávit. Por cierto, ambas variables son instrumentos, no castigos divinos, y como tal han de ser utilizados. Paralelamente, tenemos el endeudamiento, sabiendo que unos (pre)supuestos se confeccionan de forma anticipada, por lo que hay que disponer de liquidez previa para poder afrontarlos. Más tarde se irán rellenando las casillas correspondientes para sufragar el gasto o la inversión llevada a cabo. Por lo tanto, otro instrumento del que disponemos. Ahora bien, ambas variables no son de uso libre. Ni siquiera las implicaciones de sus efectos.

A partir de aquí, tenemos la posibilidad de fortalecer la generación de ingresos a través de una determinada política tributaria o la de reestructurar los gastos a través de la optimización. Respecto a la primera de las decisiones, se puede incrementar la presión fiscal. Fácil. Solo hay que darle al botón. Pero ojo, no siempre resulta adecuado porque puedes cambiar comportamientos de los agentes de mercado en base a su elasticidad, es decir, a su respuesta en consumo y producción con relación a las mutaciones en los precios. Por el otro lado, están los gastos/inversiones. Hay algunos que son de obligado cumplimiento, pero hay otros que pudieran enfocarse de una forma más optima combinando la eficiencia económica con la eficiencia social. Y ahí es donde aparece la gestión.

Pero ¿de qué estamos hablando cuando aparece el concepto de gestión? Para empezar, de mejorar el desempeño de la función directiva porque no se trata solo de asignar eficientemente los recursos. Estamos hablando de asignar eficientemente los recursos ESCASOS, por naturaleza. Para eso hay que explorar y observar, tener creatividad y no temer a la innovación, tomar decisiones con criterios de oportunidad. Ahora bien, nada de esta estrategia será eficaz sin no hay planificación y organización además de saber comunicarla, porque no solo has de saber tú qué es lo que quieres y cómo lo quieres. Debes hacer partícipe al objetivo. Será de esta forma cómo se legitiman las actuaciones. De lo contrario, más parecería un capricho o una imposición, sabiendo que, basta que me obliguen, para ya ir en contra de antemano.

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