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La Gomera: una isla de esperanza por Fernando Méndez Borges

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Cuando ves llorar por la pérdida de tu casa, de tu terreno, de tus animales, de tu entorno, entonces, sólo entonces, comprendes la magnitud de esta tragedia que estamos padeciendo.

Estos días pasados han sido trágicos para todos. Nuestra isla, nuestra tierra, nuestro medio de vida, ha sufrido las consecuencias de un incendio que se ha llevado por delante no solo una parte significativa de la isla, sino parte del alma de todos los gomeros.

Al pasar por el barranco de Guadá, después de que el fuego corriese a su antojo sin entender de leyes, de direcciones, de plegarias, un vacío se apoderó de los vecinos. El desconcierto durmió con ellos, despiertos.

El dolor ?he de confesar- me llevó a pensar que teníamos una batalla perdida. Con la luz del día, me paré a contemplar de nuevo la desolación, pero encontré la respuesta que quería. Los gomeros se habían levantado de nuevo: “hemos pasado muchas”, me decían. Los vecinos cargaban sus herramientas (las pocas que quedaban) y, sin perder su talento curioso, arreglaban con cariño los desperfectos de un desastre que les invadió sin pedir permiso.

Al igual que cientos de vecinos, fui también evacuado a Valle Gran Rey, donde pude comprobar en primera persona que somos un pueblo generoso, solidario, fuerte, con el alma aferrada a una tierra y a unas raíces que nos negamos a perder.

Me duele Garajonay, me duele Vallehermoso, me duele Igualero, Imada, Las Hayas, Guadá, El Cercado, Benchijigua?me duele La Gomera y también le duele a su gente amable, trabajadora incansable, hospitalaria que sin apenas pasar las primeras horas están pensando en que su máximo deseo no está sólo en reconstruir sus casas y sus vidas, sino en que vengan de fuera a visitar la isla para poder seguir siendo lo que siempre han sido: gomeros, un pueblo único.

También miles de turistas que nos han trasladado su amor y cariño por esta tierra e, incluso, la han cambiado por la suya sin mirar banderas, nos ayudan a bombear el corazón de una isla que estos días ha tenido el nombre de EL CEDRO.

Hoy más que nunca hemos de estar unidos porque, aunque la isla haya sufrido una pérdida natural sin precedentes, debemos levantar la cabeza y arrimar el hombro todos a una, para decir al mundo que La Gomera, su naturaleza y todo lo que somos y mostramos, están intactos. Como dijo nuestro ilustre poeta Pedro García Cabrera: “Y ahora silba más hondo, silba más alto y sin tregua”. Hoy, por siempre, La Gomera nos necesita, te necesita.

*Consejero de Turismo, Industria y Comercio en el Cabildo de La Gomera.

Fernando Méndez Borges*

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