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Graecia capta
Para el poeta Horacio, estas dos palabras resumían lo que en el año 197 a.C. habían hecho los romanos con el territorio heleno. Habían conquistado al pueblo que en el pasado llegó a derrotar a los persas, para convertir toda Grecia en provincia romana. Esas mismas palabras, “Grecia conquistada” podrían servir de resumen para definir lo que en las últimas semanas se ha producido en el panorama político y económico de este proyecto denominado Unión Europea.
La convocatoria del referéndum improvisado del Primer Ministro Alexis Tsipras movilizó con virulencia tanto los sectores a favor de dejar que los griegos escogieran la forma de resolver sus problemas en relación con la deuda contraída, como a los que pensaban que todo estaba decidido y que era una irresponsabilidad política de los dirigentes de Syriza no aceptar el plan de exigencias que se le imponía desde la Troika. El resultado ya lo sabemos, aunque los griegos votaron que NO a esas medidas, finalmente el gobierno griego ha claudicado ante las exigencias, dado que la realidad de la asfixia económica de todo un país (y más importante aún, de su población) era más que real. Las imágenes de una Grecia resistente, cual aldea gala, a las acometidas de los “conquistadores romanos” (más bien germanos) no sobrevivieron al mero deseo de quienes las escribían. El destino de Grecia parece ya estar escrito en los planes económicos de los intereses que controlan la economía mundial.
A pesar de que pueda parecer lo contrario, no soy partidario de todos esos argumentos que se han soltado en las últimas semanas sobre lo que le debemos históricamente a Grecia, cuna de la Democracia, la Filosofía y, en definitiva, de la cultura occidental. Obviamente, todos esos elementos son reales y rastreables, pero también deben ser contextualizados y vistos en perspectiva. Los derechos y obligaciones que Grecia se merece hoy no se justifican por lo que pudo hacer en su pasado remoto, sino por los compromisos que tiene adquiridos por su pertenencia a una organización económico-política (y queremos creer también que social) que es la Unión Europea. Y ahí residen los fundamentos para tratar de encontrar una solución que sea realista en relación a cómo conseguir que Grecia no sólo pueda hacer frente a su deuda contraída, sino, principalmente a cómo encontrar la manera de que Grecia se recupere como país.
Sin embargo, lo que hemos aprendido en estas convulsas últimas semanas, también parece que quedó reflejado en la continuación de la frase de Horacio (Epístolas II, 1, 156-157) de mi comienzo: Graecia capta… ferum victorem cepit et artes intulit in agresti Latio (La Grecia conquistada conquistó a su fiero conquistador e introdujo las artes en el agreste Lacio). El poeta romano expresaba así cómo Grecia tras ser sometida al yugo romano, había impuesto sobre sus conquistadores su mayor bagaje cultural, concretado de manera más relevante en el arte. El siglo II a.C. en Roma está marcado por un progresivo proceso de “helenización” que refinó enormemente las costumbres romanas. Obviamente, no me estoy refiriendo a estas consecuencias para nuestro tiempo actual. Lo que quiero destacar de la actualidad de esta frase es que, a pesar de que Grecia haya sido sometida con la imposición de un tratado que refuerza la idea de que el país heleno ha sido doblegado tras su conato de rebelión, lo que los griegos y su gobierno han introducido en la Unión Europea es que su forma de hacer política, su idea de que las respuestas a las imposiciones no se pueden hacer de forma aséptica y automática, su intento por cuestionar los dogmas neo-liberales y austericidas han calado de alguna forma. El último informe del FMI ya introduce variables sobre una quita a la deuda griega que antes no se planteaba, junto con el cambio de terminologías y prioridades en torno a los recortes, etc. Estos indicios nos señalan que el “arte” griego de responder a las exigencias está extendiéndose por el resto del territorio del imperio…
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