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Llanto por La Palma

Teo Mesa

Con todo mi gran dolor por la Naturaleza carbonizada, afligido quedo al tener que escribir este artículo.

Otra vez tenemos que lamentarnos con rabia, impotencia y mucha pena, por haberse producido en nuestras islas otro devastador incendio. Ahora lo ha generado un intruso, por temeraria negligencia, en la linda isla de La Palma, con más de cinco días de fuego en gran parte de sus verdes montañas, que se han calcinado en el actual incendio en más de 4.500 hectáreas. Esta tierra isleña lleva desde el año 2000 cinco ruinosos incendios (y otros de menor calibre en su quema), habiéndose incinerado en ellos más de 14.800 hectáreas de terreno forestal. En la isla palmera se han quemado casi un tercio de su masa forestal.

Desde el comienzo de esta centuria, se ha quemado por diez trágicos fuegos en las montañas canarias la ingente cantidad de 60.420 hectáreas de masa forestal. La más funesta ha sido hasta hoy, la de Gran Canaria, con 18.972 hectáreas en el año 2007 (incendio que fuera provocado intencionadamente por un brutal desalmado).

La culpabilidad de estos incendios, tan continuados en las islas, no radica en la sinrazón de los pirómanos (dementes, negligentes o imprudentes), cuando se encuentran junto a las pinochas, que es dinamita pura. Se halla en la doliente irresponsabilidad de las autoridades de turno, desde el Gobierno central, el Autonómico y los Cabildos, para quienes la Naturaleza y el Medio Ambiente solo cuenta cuando tienen que explotar económicamente su suelo, en beneficio de unos pocos especuladores de estas tragedias, que para ellos administran, en exclusividad, los bienes de todos.

Este suelo calcinado de muerte y yermo de vida rústica y salvaje, vegetal y animal, es motivo de alegría para los buitres de las inversiones para que sea recalificado ese terreno para pingües negocios. Por esta razón se debe legislar para que sea tierra baldía, improductiva, no acto para el negocio inmediato. Que propiamente se regenere de vida con el paso del tiempo.

“El fuego se apaga en invierno”, alegan los expertos forestales. La solución está en tener brigadas de hombres, utensilios y máquinas apropiadas, con las que se limpie de pinocha y arbustos secos en los montes durante todo el año. Ese es el gran extintor. El Gobierno del PP ha disminuido dantescamente los gastos para el cuidado y protección de la Naturaleza y el Medio Ambiente (acorde con su forma de hacer política-negocio). Igualmente, ha hecho el Gobierno Canario de CC. La reducción de un equilibrado presupuesto para el terreno forestal: en cuidadas protecciones, nuevas plantaciones, regeneración de plantas autóctonas y extremada defensa contra el fuego, han hecho que disminuyan las brigadas de extinción y las renovaciones de instrumentos (máquinas, aviones contra incendios) de control, labor y etc.

Por qué el Gobierno Canario ha anulado, en sus tenebrosos recortes, hacia un bien tan preciado e imprescindible para la vida, como lo es el Medio Ambiente del cual depende todos los seres vivos del ecosistema que se habita, los dispositivos técnicos electrónicos de alta precisión y control para detectar cualquier conato de incendio en las islas, por imperceptibles que fueran. Controles que de inmediato, se ponía atajo a una previsible gran tragedia forestal.

En estas lloradas pérdidas de masa forestal, no solo se pierde gran parte de la vida vegetal de los pinos en el lugar quemado (que tienen la virtud estas arboledas de poderse regenerar en vida después de calcinado su tronco, porque su poderosa raíz le reproduce nueva existencia); también lo hace y en dolorosa pérdida, el monte bajo, brezos, retamas y muchas plantas endémicas del lugar, y únicas de la macaronesia. Asimismo, se mata a una buena parte de la fauna silvestre y de especies protegidas de la zona: pinzón vulgar, herrerillo canario, cernícalo, gavilán, cuervo canario, la graja (en peligro de extinción); etc. También los daños que se producen en las viviendas cercanas, en los que se pueden quemar totalmente los hogares de los campesinos y sus animales domésticos. Y, entre incrédulos y sollozos, se produce un gran disgusto para los moradores que deben ser evacuados. En esta ocasión: 2.600 personas aproximadamente.

La quema de la masa forestal hará que se retraigan las condiciones habituales pluviales, tan constantes en la isla palmera. Éstas, junto a la ‘lluvia horizontal’ que se genera en las medianías por la condensación de nubes, que manan humedad sobre el terreno y sobre las plantas, al atardecer y toda la noche, hacen que la isla mantenga ese manto verde que la caracteriza. Máxime cuando el cambio climático está haciendo que las temperaturas aumenten y la climatología se disloque en sus ciclos corrientes.

No entiendo el por qué la autoridades palmeras y del resto del archipiélago no controlan el libre acampar en cuevas y demás grutas del territorio. Muchos inconscientes y loquinarios deambulan y pernoctan en el mayor de los libertinajes, para pasar sus anacoretas ‘vacaciones’ en cavernas, en estos momentos de máxima precaución con los incendios, en los que hacen fuegos a sus antojos. Esta indisciplina ha sido la causa de tan triste consecuencia para la Naturaleza ya perdida.

Abogo por la defensa y lucha de los bomberos forestales, quienes están en huelga desde el pasado 27 de julio, por sus “indignas condiciones laborales” y para conseguir un salario decente con su labor (no de pena, como el que reciben), para vivir sin calamidades económicas y unas obtener las condiciones profesionales equiparadas con el resto de los bomberos urbanos. Dura y ardua profesión es esta, en la que arriesgan sus vidas y pueden cercenarla en sus familias. Además de tener conocimientos profesionales para el desarrollo de sus labores contra incendios, se requieren de un fuerte físico y don personal, para afrontar la difícil y arriesgada tarea que ejercen estos bomberos forestales.

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