Espacio de opinión de Canarias Ahora
Nuestras montañas sagradas
Este viernes se clausuraron las IV Jornadas sobre Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña. Durante cuatro días investigadores de las islas, de diferentes universidades españolas y de Francia han reflexionado en la Casa de Colón sobre la importancia de estos enclaves grancanarios, su enorme valor como patrimonio cultural, la excepcionalidad de las manifestaciones simbólicas, de las inscripciones, los grabados púbicos y distintas representaciones de la cultura aborigen.
El pasado mes de octubre el Consejo de Patrimonio Histórico (un órgano de coordinación entre el Gobierno del Estado y las comunidades autónomas) decidió incluir Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria en la Lista Indicativa de Patrimonio Mundial, el primer paso necesario para la declaración de un bien como Patrimonio Mundial de la UNESCO, un proceso que lleva varios años y por el que estamos trabajando desde el Cabildo con ilusión y esfuerzo. Las jornadas de este año han estado marcadas por ese reconocimiento y los asistentes pudieron escuchar la experiencia de otros paisajes culturales que ya han sido reconocidos como Patrimonio Mundial por la UNESCO.
Este año, coincidiendo con las jornadas, también se reunió el Comité Científico que está elaborando el borrador de los contenidos de la propuesta científica. Pero, para lograr el reconocimiento de la UNESCO, tan importante es el papel de los investigadores como lo es la participación ciudadana y la implicación de todas las instituciones, por eso esta semana nos reunimos con los alcaldes de Artenara, Tejeda, Agaete y Gáldar, para informarles de la situación del proyecto y de los objetivos que nos planteamos para los próximos años. Queremos que tanto las instituciones como la ciudadanía vean que este proyecto va a beneficiar a toda Gran Canaria y va a tener una repercusión económica importante para la zona. Solo para este año 2016 el Cabildo tiene presupuestado 546.206 euros desde la Consejería de Cultura y desde Presidencia. Queremos que se impliquen las organizaciones sociales y vecinales para que la declaración como Patrimonio Mundial de la UNESCO sea un objetivo de todos.
Estoy convencido de que más que los informes, los discursos o las conferencias que podamos organizar, lo que más puede mover a la gente a implicarse es la experiencia personal, que conozcan directamente este maravilloso paisaje. Lo conté el pasado martes en la inauguración de las jornadas. Hace unas semanas tuve ocasión de visitar Risco Caído junto a investigadores y compañeros de Corporación con los que pude contemplar al fin algo de lo que llevaba mucho tiempo oyendo hablar.
Desde mi llegada a la Presidencia del Cabildo, hace casi un año, había asistido a reuniones, firmado documentos e incluso destinado partidas para garantizar la conservación de este enclave y ayudar a su declaración como Patrimonio Mundial de la Unesco junto a otros Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria. Así que se puede decir que sabía bastante sobre Risco Caído. O eso pensaba. Y digo “pensaba” porque todo lo que nos contaron durante aquella visita Julio Cuenca, José de León o Cipriano Marín resultó simplemente sorprendente. A todos ellos, así como al consejero de Cultura, Carlos Ruiz, y a todo el equipo, agradezco su empeño en preservar y difundir los valores de este yacimiento.
Sorprendente porque en el siglo XXI estamos acostumbrados a ver, incluso a transitar, grandes obras de ingeniería: edificios de esos a los que ahora llamamos singulares o emblemáticos, puertos, puentes, autopistas… Estamos acostumbrados a esas grandes obras diseñadas por el hombre con ayuda de mucha, mucha tecnología, y que a menudo cuestan millones de euros. Sin embargo, Risco Caído impacta justo por lo contrario. El yacimiento sorprende por su sencillez. Una sencillez grandiosa, porque enseguida uno se da cuenta de que es solo aparente, de que aquellas cuevas esconden mucho más de lo que cabría esperar de un antiguo alpendre de una zona hoy casi despoblada en el corazón de una isla en medio del Atlántico.
Uno se asombra al descubrir aquella cúpula tan perfecta de la cueva principal y escuchar a los técnicos decir que aún no saben cómo nuestros antepasados fueron capaces de excavarla con la tecnología que tenían a su alcance, que sería escasa, sencilla, casi rudimentaria…
Y mientras escuchas, sale el sol por aquella montaña y atraviesa aquel hueco. Y los expertos siguen contando que no está claro por qué ni para qué, pero que los diseñadores de aquel conjunto trabajaron con absoluta precisión, como lo harían los arquitectos e ingenieros de nuestros días, para que, solo en ciertos momentos del año, la luz pase por allí y se proyecte sobre la pared de enfrente bañando una serie de grabados. Triángulos púbicos, los llaman, y cuentan que Gran Canaria es el territorio con más grabados de este tipo en todo el mundo, con lo que uno se asombra aún más. Y tiene que ver con la fertilidad siempre presente en nuestra cultura.
Y es que no es lo mismo saberlo que verlo. Porque cuando uno visita Risco Caído tiene la impresión de estar participando de una experiencia casi mágica. De pronto, todo lo que habíamos venido oyendo sobre Risco Caído adquiere aún más sentido. Porque tras la visita uno tiene claro que algo así merece ser Patrimonio Mundial.
Porque tras contemplarlo estamos más convencidos de que es necesario garantizar la conservación de un sitio como este, y continuar apoyando la investigación que nos permite conocer más de la arquitectura en la época de los antiguos canarios, la astronomía cultural, las manifestaciones rupestres, la alimentación, los cultos y expresiones religiosas, el mundo funerario… Apostamos por la investigación y por la difusión del conocimiento. Por eso ya está en marcha el Centro de Interpretación de Risco Caído y los Espacios Sagrados de Montaña de Gran Canaria, que confiamos en poder abrir en Artenara a principios del próximo año. Creemos que la promoción de este espacio es compatible con su seguridad y conservación. Por eso continuaremos con el programa de visitas concertadas y seguiremos realizando otros programas de difusión sobre el patrimonio de la zona. Risco Caído es solo una parte de un proyecto integral de protección de los yacimientos de Gran Canaria. Para profundizar en nuestro pasado, pero también para conseguir que genere atractivos económicos sostenibles ligados al paisaje, el patrimonio cultural, los usos y actividades tradicionales, los celajes de nuestras cumbres que ofrecen posibilidades enormes para el turismo de las estrellas…
Por todas estas razones, les invito a interesarse por Risco Caído y a descubrirlo, y a que se sumen a la estrategia del Cabildo para que el yacimiento sea declarado Patrimonio Mundial de la Unesco. Un paso importante en ese camino han sido las jornadas celebradas esta semana. Difundiremos los trabajos y reflexiones que han aportado los investigadores que participaron en esta cita internacional que vamos a seguir celebrando cada año. Gran Canaria puede ser una referencia académica de la Arqueoastronomía.
Esta misma semana el periódico estadounidense The New York Times publicaba un reportaje titulado “Noches estrelladas en las islas Canarias”, en el que hablaba del auge del astroturismo, el turismo que mira a las estrellas. También la Arqueoastronomía podrá ser un atractivo turístico. Sabíamos que tenemos unos cielos privilegiados y por eso Europa ha construido en nuestras islas importantes observatorios. Precisamente la ciencia que tanto mira al futuro también está poniendo en valor el patrimonio de nuestro pasado. Los antiguos canarios supieron ver la magia que escondían estos paisajes de montaña y allí celebraban diferentes rituales religiosos, unas veces para pedir a los dioses que lloviera, otras para que se acabara una plaga de langostas. Con la declaración de Bien de Interés Cultural y la adquisición de cuevas cercanas, facilitamos el trabajo de los investigadores. Por delante tenemos un reto apasionante, un trabajo colectivo para aumentar ese conocimiento y compartirlo con nuestra población y con quienes nos visitan. Los pueblos con futuro saben valorar y conservar lo mejor de su pasado.
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