Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Abre la muralla

Cristóbal D. Peñate

Igual que antes en navidades se invitaba a las familias ricas a poner a un pobre en su mesa (no para exhibirlo como una bestia de feria sino para darle de comer), el papa insta hoy a todas las parroquias del mundo, y por ende a las familias cristianas, a acoger a los refugiados que huyen de sus respectivos países por guerra, hambre o persecución.

El papa está cambiando la historia del cristianismo, aunque en realidad se esté limitando a volver a los orígenes de la religión. Si la Iglesia católica no se hubiese desviado de las enseñanzas primigenias de Jesús en sus veinte siglos de historia, otro gallo les habría cantado, además del que anunció las tres negaciones de Pedro.

Lo que dice hoy el papa no se aparta un ápice de lo que dicta el evangelio, pero sus antecesores malinterpretaron el cristianismo y las propias palabras de Jesús. Ahora empiezan a rectificar y con el papa toda la jerarquía eclesiástica, incluida aquella ultraconservadora que se había acostumbrado a alejarse de sus fieles cada día más. Y por eso los fieles se habían vuelto infieles tras dar un portazo en la gran puerta de la Iglesia.

El Día del Pino el obispo de la Diócesis de Canarias secundó en Teror las últimas palabras del papa Francisco, comprometiéndose a acoger a los refugiados en sus parroquias. La vieja Iglesia está muriendo a la vez que está renaciendo la nueva.

Lo mejor y lo peor de la Iglesia, en este caso, está en su modelo piramidal y presidencialista. Lo que dice el papa va a misa siempre porque se le considera infalible. Eso es malo porque no es democrático y además no es verdad. Pero a la vez puede ser bueno cuando, de san Juan a Corpus, aparecen papas como el argentino Francisco o el italiano Juan XXIII, que son capaces de proyectar la cara amable y magnánima de la institución que presiden. Sus deseos son órdenes.

El papa nos invita a poner a un refugiado en nuestra casa, al igual que antes nos proponían colocar a un pobre en nuestra mesa. Pero no solo eso. Ya la homosexualidad no es pecado, el aborto no significa la condena eterna, los divorciados también son hijos de dios y las nulidades matrimoniales no servirán a la Iglesia para lucrarse.

Parece que algo está cambiando en el Vaticano y no es solo el acento del jefe. El papa quiere acabar con las murallas que nos separan y por lo pronto Francisco Cases lo ha secundado en público en el Pino. Ambos se están acercando a los antiguos cristianos de base, aunque eso no signifique necesariamente un guiño al presidente del Cabildo y a su partido.

Esa es la buena nueva. Ahora habrá que esperar a que no envejezca prematuramente.

Sobre este blog

Espacio de opinión de Canarias Ahora

Etiquetas
stats