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29 de noviembre: fecha clave para Palestina,

Carlos Juma / Carlos Juma

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Sesenta y cinco años es la edad de ceder paso al tiempo de descanso, el comienzo de disfrutar de los pocos caramelos que nos restan por degustar. Los caramelos de la vida.

La validez de este tiempo acrisola el viaje de tantas jornadas de trabajo y se rinde ante la parada necesaria.

Sin embargo, sesenta y cinco años, además, es el tiempo de permanencia de una injusticia histórica grabada a sangre y fuego en el alma de palestinos que,- contrariamente a lo que en su momento fue la acuñada frase de la propaganda judía “¿palestinos? ¿qué son palestinos?”-, permanecen en las sucesivas generaciones aferrados a las raíces de su origen.

No hemos desaparecido, ni los años de vivir como “apátridas” nos han convertido en súbditos de ningún reino. Tampoco hemos olvidado a Palestina los que hemos nacido fuera y estamos plenamente integrados y disueltos en la sociedad que acogió a nuestros padres.

No olvidamos la esencia de nuestro origen, celebramos lo festivo y conmemoramos las tristezas de nuestro otro pueblo. Tenemos dos identidades que se complementan, que se alternan en la prelatura de las preferencias según necesidades. No son identidades asesinas ni se molestan, antes al contrario, se enriquecen mutuamente.

El 29 de noviembre de 1947 la ONU recomienda la partición de Palestina en un Estado Judío y un Estado Árabe. Aquella fue la manera en que Gran Bretaña dejaba sin cumplir las promesas hechas a los palestinos de proclamar un estado independiente en todo su territorio y de ceder a los actos de puro terrorismo llevados a cabo por los brazos armados del movimiento sionista contra los propios británicos y desde luego contra los habitantes de Palestina, los palestinos.

Los palestinos veían liquidadas sus aspiraciones de proclamar su estado independiente y que sobre su territorio, los ajenos al mismo, decidieran,- sin conceder el derecho de autodeterminación e independencia-, que se partiera en dos mitades asimétricas su suelo patrio. ¿Se podía esperar otra respuesta distinta de los palestinos y del mundo árabe, engañados, en 1947?

¿Esta partición colmaba las aspiraciones sionistas? Ni de lejos, pero si que tuvieron la convicción y la complicidad de regímenes árabes de que fuera el comienzo de la conversión de la Palestina histórica en el estado de Israel.

No se debió premiar al otro castigando los derechos de los palestinos, ¿o es que aún hay alguien que dude de la existencia de la Palestina histórica y sus habitantes?

Enzarzados en una guerra a tres hubo una cesión inmisericorde a las aspiraciones sionistas de decenas de miles de judíos nacidos fuera de Palestina para alcanzar la creación de un estado por y para ellos.

En pocas palabras, la comunidad internacional, cedía lo que no era de ellos a los hijos del Holocausto, sin encomendarse a nadie.

Judíos siempre hubo en Palestina y en todo el mundo árabe y con ellos las relaciones eran y deben ser excelentes. Cosa bien distinta es entrar por la ventana y adueñarse de tu casa.

El dolor de un pueblo,- el judío-, sometido al más grande Holocausto junto con otras etnias no puede justificar que los indiscutibles “lazos históricos” con Palestina se conviertan en “derechos humanos y divinos” para judeizar progresivamente por el terror, por la guerra y por la colonización progresiva, todo el territorio palestino y convertir el derecho de la defensa,- que ahora se niega a los palestinos-, en el motor de una usurpación continua de tierras.

Hay que conquistar los derechos de los palestinos que sobreviven en Gaza y Cisjordania. Ya se han ensayado soluciones, todas no aceptadas o inaceptables. Un único estado con dos comunidades preponderantes, dos estados confederados con/sin Jordania, dos estados “side by side” y échele hilo a la cometa....

La aplicación de todas las resoluciones de la ONU para este asunto sería la metodología adecuada. Preparar ambos pueblos para comprender lo que significa la palabra PAZ y comenzar, cuanto antes mejor, a desterrar las referencias a las guerras. Y eso se consigue gracias a la educación y esfuerzo, sin ojos en el cogote y mirando hacia el futuro.

Debe ser un deseo alentado por todos y cada uno de nosotros, palestinos árabes y palestinos judíos.

Las ideologías sionista e islamista, como sostén de plataformas políticas, deben ser desterradas. El terrorismo individual, de grupo o de estado, hay que hacerlo desaparecer y encauzar la construcción de dos estados democráticos y laicos, que, de momento, puedan coexistir. Más adelante se podría hablar de convivir.

No seré yo quién no le dé una o mil oportunidades a la Paz, pero ésta debe estar basada, como tantas veces habré escrito, en la Justicia. Y ésta dimana de la aplicación de todas las resoluciones de la ONU desde la 181, cuyo sexagésimo quinto aniversario conmemoramos hoy, hasta la que explicita la condición de Estado Observador a Palestina cuya propuesta está en vísperas de ser aprobado. Sería una buena noticia que Israel no le ponga más palos a las ruedas.

Apilando muertos conseguimos un gran cementerio y la paz de los sepulcros. La alternativa está clara, es la vida, y apuesto siempre por ella.

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