No quiero ser rey gobernante

Los monarcas se evaden cada verano en su costoso y precioso barco deportivo por Palma de Mallorca. (El Bribón XV, en venta por 650 euros).

En lo que a mi respecta, puedo decir que tengo un amigo que tiene una chalana de fibra, dos remos y un motor de seis caballos; salimos por La Barranquera (Valle de Guerra), y disfrutamos como cosacos pescando cabrillas, brecas, sargos, pez perros, jureles y alguna que otras galanas o viejas. Del mismo modo, unas de las múltiples cenas que ha tenido la familia Real y políticos ha consistido en gazpacho de tomates muchamiel con trampó mallorquín y picatostes, tartar de lubina sobre crema de aguacate y, de postre, mus de chocolate con frutas del bosque.

El menú ha estado regado por vino blanco de Biniali (Mallorca), tinto de Ribera del Duero y cava catalán. Mis comidas y vinos son más naturales y reconfortante: vino tinto de los guachinches del norte de Tenerife; papas arrugadas, pescado salado, carne de conejo, garbanzas, carne fiesta etc., pero enriquecido por parrandas de timples y guitarras. Su Majestad, lo siento por usted, pero se lo ha perdido. Por último, y desde otra perspectiva de rey o reina gobernante, nosotros, los canarios, piropeamos a nuestras mujeres, hijas o amigas diciéndoles: ¡hola, mi reina! O a nuestros hijos: ¡hola, mi rey! No quiero ser rey gobernante.

Rafael Lutzardo