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Rosell sale del laberinto

Salvador García Llanos

Santa Cruz de Tenerife —

La magistrada Victoria Rosell sale del laberinto en el que se vio inmersa contrariamente a su voluntad. La Comisión Disciplinaria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha archivado el expediente disciplinario que le fue abierto a finales del pasado año tras una denuncia interpuesta por un abogado a raíz de unos hechos ocurridos en noviembre de 2014, determinantes de una recusación por supuesta intervención de la juez en un procedimiento judicial por presunto fraude fiscal que la mayoría de los miembros de la citada Comisión ha considerado que no ha sido acreditada.

Archivado entonces ese expediente, en cuya sustanciación se habrán entrecruzado turbios intereses, Rosell, que fue diputada de Podemos por la provincia de Las Palmas, tiene razones para sentirse satisfecha pues su conducta profesional en este caso no se ha visto manchada como parecía ser la intención de quienes promovieron la acción en su contra. Otra cosa es que lo ocurrido haya distorsionado algunos libres y legítimos planes personales cuya restitución ahora no es posible -la eterna pregunta: ¿quién devuelve?-, si bien queda, en plano positivo, esa parte moral que seguro le reconfortará, aunque el disgusto y las contrariedades de una etapa convulsa no se las quita nadie. Todo lo ocurrido es una muesca en su trayectoria.

Puede que lo cuente de manera pormenorizada algún día y entonces sabremos más no solo del alcance de la iniciativa y de sus entresijos político-judiciales-corporativistas sino de su propia evolución anímica antes, durante y al final del proceso.

Es probable que no le hayan quedado ganas de seguir incursionando en política, al tratarse de una experiencia con aristas negativas, pero ha demostrado no arrugarse cuando venían mal dadas. Siempre es delicada la interpretación de las incompatibilidades, máxime cuando hay connotaciones que se prestan a ser manejadas a conveniencia con tal de llevar a cabo los fines que se persiguen. Es el ejercicio cabal y consecuente de la función encomendada, independiente de otras circunstancias y de sus prejuicios derivados, lo que distingue el cumplimiento de las responsabilidades de cada momento.

La magistrada Rosell, a su pesar, suponemos, ha sido protagonista de un episodio controvertido en la agitada vida judicial de Canarias. Se metió, la metieron en un laberinto del que ahora sale después de meses de incertidumbre profesional y personal. El órgano correspondiente del CGPJ ha archivado el expediente disciplinario que le fue incoado: esta es la noticia. Lo que suceda a partir de ella ya es decisión personal. Ya se verá.

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