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Salario mínimo y despido
Se llama como el presidente de Vox, con el que probablemente tenga alguna afinidad más. Santiago (y cierra España) es un empresario (bueno, llámalo equis) al que las medidas del Gobierno le traen sin cuidado. Tiene varias empresas en Tenerife y dicen que está forrado y montado en el euro. Entre sus empresas, tiene una de paquetería, aunque aquí el único paquete es él.
Se ha hecho rico a base de explotar a los trabajadores, aunque él prefiere a las trabajadoras jóvenes e indefensas. En el trabajo es un ogro y actúa como el patrón de un barco de remeros esclavos. Se pasa todo el día gritando a sus empleadas, aterrorizándolas, pagándoles una porquería a pesar de que las hace trabajar más horas de la cuenta, incluidos los sábados.
Este negrero no sabe hacer la o con un canuto, es el típico empresario sin estudios que encima presume de ello porque sin dos dedos de frente ha montado varias empresas con pingües beneficios.
Es fácil hacerse millonario a costa del trabajo de terceros explotados, pero de ese tipo de empresarios hay muchos en las islas. Desde final del año pasado el tan Santi está cabreado (más de lo habitual) porque le parece mal que el Gobierno haya aprobado el salario mínimo interprofesional.
Evidentemente tiene a esas niñas veinteañeras pagándoles bastante menos de los 900 euros y por eso le cabrea tener que abonárselos ahora por ley y encima por culpa de un gobierno socialista al que seguro que él no vota.
Desde final del año pasado (o sea, hace unas semanas), el hombre se ha dedicado a amenazar a sus empleadas con que esto no quedará así porque tendrá consecuencias nefastas para sus trabajadoras. Y así empezó el año, obsequiando a sus empleadas varios despidos.
Como este tipejo es tan cobarde, no ha sido capaz de despedirlas a todas juntas. De las diez que tenía en la oficina se ha cargado a cuatro, pero por el procedimiento del goteo: cada día despedía a una porque es incapaz de enfrentarse a un despido colectivo.
De esta forma, además, tenía aterrorizadas a las que iban quedando en la empresa. Ahora, con seis supervivientes, pretende hacer el mismo trabajo que con las diez del año pasado, por lo que las pobres estarán aún más explotadas porque no darán abasto. No ha tenido consideración por ninguna de las despedidas, ni siquiera por una que acaba de tener a su primer hijo.
La medida del salario mínimo tomada por el Gobierno de España me parece justa. El problema es que no prevé las otras consecuencias que pueden sufrir los mismos trabajadores a los que va dirigida la medida. Pedro Sánchez ha sido ingenuo porque no se ha percatado que con la implantación del nuevo salario básico va unida la ristra de represalias de los malos empresarios que tienen que sufrir los trabajadores con sus despidos.
Tú me obligas a pagarles 900 euros y yo me cargo a la mitad y así sigo pagando menos y exploto doblemente a los trabajadores que quedan. La próxima vez que un empresario de estos me diga que crea riqueza en las islas, yo me voy a acordar de la madre que lo parió.
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