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Saltan las alarmas en la sanidad pública

Carlos García / Carlos García

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La sanidad canaria no está bien. Muchos son los problemas que la acosan, mucho es su deterioro en aumento, mucho su nefasta organización y su mala gestión. Pero nuestros políticos lo niegan. Incluso, le dan una nota alta, nos cuentan que el ciudadano está satisfecho con la atención y prestación recibida, porque “sus encuestas” así lo reflejan.

Y se realizan recortes, y no se contratan a trabajadores y los dejan en paro al no renovarlos reduciendo el capítulo de personal, a pesar de la precariedad en que se encuentran los hospitales, especialmente el HUC, donde la relación de enfermos por médicos o por enfermeros es la más baja del estado, donde los ratios de camas son insuficientes.

Pero eso no importa. No parece importante que aumenten las listas de espera, en operaciones o consultas y pruebas, que los pacientes esperen meses y años para ser atendidos, que las patologías se compliquen por la espera.

Todo lo cual trae consigo una peligrosa situación de desesperación que induce a crear un ambiente tenso en el trabajo diario, en el que aumentan las agresiones a los trabajadores sanitarios por parte de los usuarios, cansados de tanta espera y de sentirse mal atendidos. Pero hay que considerar y recordar que somos los sanitarios quienes también sufrimos está situación con las deficiencias que asumimos e intentamos paliar con nuestro esfuerzo y trabajo, porque no somos los responsables de la situación que se genera. Son otros los protagonistas de lo que ocurre y a ellos deben dirigirse las quejas y denuncias y no a la enfermera o al médico que directamente les atiende. Porque, por desgracia para los trabajadores sanitarios, somos la imagen directa de la sanidad, somos los que estamos cara a cara frente a los pacientes y somos a los únicos que puede dirigirse el ciudadano. Pero no somos los responsables. Muy hábilmente los políticos se ocultan en sus despachos, parlamentos, consejerías y direcciones sin dar la cara directamente. A ellos no los agreden ni insultan como ocurre frecuentemente con nosotros. Se nos piden explicaciones de lo que ocurre con sus enfermedades, que no son atendidas con diligencia por los largos periodos de tiempo de espera, por la poca operatividad en la resolución de sus males. Pero nosotros, los que estamos cara al público, no podemos responderles porque no controlamos la gestión y no somos responsables de la falta de personal, de equipamientos ni de infraestructura. Incluso, ni siquiera se nos consulta en la solución de los problemas por parte de los que mandan.

Un caso paradigmático de esta situación ocurre en el HUC donde, desde hace varios años, no es operativa la denominada Junta Técnico Asistencial, órgano consultivo para la organización y operatividad del hospital, compuesta por Jefes de Servicio y Adjuntos Médicos, de Enfermería y otros, que podría intentar realizar un análisis y resolver lo que ocurre en el funcionamiento del centro, porque no es convocada por la Gerencia, quien sabe por qué.

Y mientras, suben los impuestos, rebajan los sueldos, trabajamos más horas, perdemos nuestros derechos, aumenta el paro y la exclusión social. Es lo que tenemos y no hay otra cosa.

Carlos García

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