Sexo en las dunas y telebasura

Ya en la época de León y Castillo el paso de los animalitos desnudos por la zona provocó las protestas de los agricultores isleños. Las cabras sueltas y los camellos salvajes se comían sus cultivos o los destrozaban. Sabemos que desde hace décadas nos llegan desde varios países europeos unos animalitos con pasaporte de turistas que están más sueltos que aquellos ganados de los finales del siglo XIX. A la luz del día, aunque estuviera apagado el faro de Maspalomas, en las dunas han disfrutado del sexo sobre la arena parejas, tríos, homosexuales, heterosexuales, bisexuales, transexuales y algunos de misa semanal. Ocurría y los sabíamos. Pero debe ser que el foco de una cámara de Telecinco ilumina mucho más que el faro de León y Castillo, y por eso algunos se acaban de enterar.

¿Dónde está el problema? ¿Buscamos el turismo meapilas que se espanta si se entera que entre los matorrales de una playa, a cientos de metros de los bañistas, se están echando un casquete? ¿No asustan más las portadas de los períodicos o los informativos televisivos amarillos que nos hablan de palizas a jóvenes en las calles de las zonas turísticas? Excelentísimos miembros del gobierno del cabildo de Gran Canaria, debo informarles que el sexo en la playa no hace daño, ni a los amantes ni a la arena, ni a la fauna. El problema, eso sí, pueden ser los condones. Pero también las motos de la policía. O la propaganda que tiran desde los aviones. O las botellas o latas que pueden dejar los turistas más castos y puros. Eso sí hace daño.

Pero todo eso puede evitarse. Simplemente hay que cumplir las leyes. En 1987 las Dunas, el Palmeral y la charca de Maspalomas fueron declarados paraje natural de interés nacional. Un real decreto aprobado el 25 de junio de 1982 ordenaba la constitución de la Junta o Patronato para estudiar su conservación. La Ley de Espacios Naturales de Canarias regulaba su protección a partir de la declaración de las Dunas de Maspalomas como Reserva Natural Especial, la segunda figura de protección más importante recogida en las leyes. Varias partes de este paraje, las que afectan al campo de golf y a la playa, están declaradas (por la Ley de Impacto Ecológico de 1991) “área de sensibilidad ecológica”.

A pesar de la antigüedad de todas estas leyes, hasta el 10 de enero de 2007 no se constituyó la Junta Rectora de la Reserva Natural de Maspalomas. En estos dos años apenas se ha reunido tres o cuatro veces. En la Junta Rectora están representados el gobierno canario, el cabildo, la Demarcación de Costas, la patronal y los ecologistas.

El presidente del cabildo, José Miguel Pérez, participó en la reunión de marzo del año pasado y planteó la necesidad de aumentar la vigilancia de la Reserva Natural, también habló de la necesidad de delimitar los senderos por donde se puede caminar. ¿Dónde están los vigilantes?¿Dónde los senderos? La reunión se producía poco después de un informe realizado por la Universidad de Las Palmas y la de Cantabria en el que se hablaba de la próxima desaparición en un plazo de 90 años de las dunas debido a su ciclo natural y ¡por supuesto! por el impacto de la presión humana y hotelera. En el informe no se mencionaba el impacto del sexo en las dunas.

No voy a defender aquí la telebasura, para eso tenemos a Rita Martín que defendió el Arena Mix como si fuera el National Geographic, ni a invitar a venir como turistas selectos a Canarias a caudillos violentos y corruptos como el presidente de Guinea Ecuatorial, para eso tenemos a PP Manolo Soria. Pero los que buscan una gran conspiración contra Gran Canaria deberían contarnos qué han hecho desde el gobierno, el cabildo y el ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana para proteger y regenerar la Reserva Natural de Maspalomas. Es lo que debemos exigir a quienes fueron elegidos para respetar las leyes y hacer que se cumplan. Pero llevan tantas horas y días dando vueltas a la noria que el mareo los chifló un pizco, y se piensan que los electores les piden que se conviertan en críticos de la telebasura.

Juan García Luján