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Sueldos insultantes

Cristóbal D. Peñate / Cristobal D. Peñate

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Las indemnizaciones que ha ido cobrando a lo largo de su trayectoria laboral Rodrigo Rato por ir dejando hechos unos zorros los chiringuitos financieros que ha ido presidiendo en los últimos años servirían para que todos los habitantes de Artenara y sus descendientes pudieran vivir del cuento durante un siglo.

Y el que dice Rato dice su sucesor, ese ex alto ejecutivo del BBVA que se endosó más de cuarenta millones de euros por decir bye-bye a Francisco González, su único jefe entonces.

Hay incluso un directivo de una empresa textil española, multinacional para más señas, que bate el récord y no se conforma con la media de ganar 90 veces más que sus empleados. Éste cobra mil veces más. Ni más ni menos.

Ante situaciones tan rocambolescas como estas, es fácil que movimientos como el 15-M no finiquiten jamás, por más que el deseo del gobierno de turno y de los fachas más voraces sea su liquidación total por vacaciones.

Ustedes recordarán cuando los conspicuos representantes del partido que ahora gobierna España justificaban hace apenas un año el empuje de un movimiento como el 15-M en sus orígenes. Lo hacían porque en aquel momento no gobernaban ellos, sino los socialistas. González Pons llegó a decir que si los jóvenes parados sin futuro no se manifestaban y acampaban en Sol era porque no corría sangre por sus venas. Ahora que demuestran que tienen sangre se les acusa de que sea roja.

Por mucho que los telepredicadores intereconómicos y los locutores galácticos de la ultraderecha sigan pregonando que se trata solo de cuatro pelagatos o que la prensa reaccionaria insista en que son unos perroflautas indigentes sin glamour ni desodorante, el espejo les devuelve una realidad inicua y abusiva que les pone entre la espada y la pared: o se indignan, protestan y exigen cada vez más o están muertos.

Nadie puede ser 90 o mil veces más bueno que cualquier otra persona como para ganar tanto más que ella. Esos sueldos astronómicos no se justifican y menos aún las inmorales indemnizaciones a banqueros, políticos y ejecutivos que lo único que hacen es eso: ejecutarnos cada día más. No querrán encima que aceptemos la bofetada y pongamos la otra mejilla. Eso se lo dejamos a los banqueros celestiales que no son de este mundo.

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