Las tribulaciones del PSOE

El PSOE de nuevo vuelve a dar un espectáculo bochornoso, como ya lo hizo en la guerra civil entregando Madrid a Franco por iniciativa de un importante sector del partido, encabezado por Julián Besteiro y Wenceslao Carrillo, padre de Santiago, y como en la monarquía franquista/borbónica lo hizo Felipe González, y más recientemente José Luis Rodríguez Zapatero, con el cambio con nocturnidad, alevosía y veraneo del artículo 135 de la Constitución, apoyado por el Partido Popular. Ahora la vieja guardia felpista situada primordialmente en Andalucía, Extremadura y Castilla La Mancha, vuelven a las traiciones de siempre incluso para dar el Poder a la derecha. Las tribulaciones de la dirección del PSOE produce angustia, tristeza, congoja, pena, en sus bases en donde miles de militantes ven con asombro que su partido está dispuesto a que el Partido Popular siga gobernando, que Mariano Rajoy siga en La Moncloa, que la corrupción siga manchando el buen nombre de España, incluidas las puertas giratorias tan queridas y deseadas por el felipismo sobrecogedor y delincuente.

Hay algunos políticos que no quieren entender que tras las elecciones del 20-D el bipartidismo está en la UVI en fase agónica. Cuando lo viejo no acaba de morir, y lo nuevo no acaba de nacer, hay un tiempo de dolor. Pero ahora estamos en unas semanas decisivas en donde es posible que en España haya un gobierno plural y progresista, que aplique un programa de rescate social, que vuelva a poner en vigor un Estatuto de los Trabajadores justo y ponderado, y que lidere los cambios constitucionales que exigen los ciudadanos. El PSOE en el inicio de esta legislatura cometió el error y la injusticia de dejar en mayoría al PP y Ciudadanos, cinco representantes, por cuatro el PSOE y Podemos, y todo por la presidencia de Patxi López que se verá en muchas iniciativas atenazado por PP y C ´s. Impidió además que Podemos tuviese cuatro grupos parlamentarios, y sin extenderme mucho, en las primeras legislaturas el PSOE tuvo tres, el españolista o centralista, liderado por Alfonso Guerra, el vasco/navarro por Carlos Solchaga y el catalán por Ernest Lluch con Eduardo Martín Toval de portavoz suplente. Ni el PCE de Santiago Carrillo, ni la UCD de Adolfo Suárez, ni la Alianza Popular de Manuel Fraga, se opusieron a esos tres grupos parlamentarios, que evidentemente le daban en el Congreso ventaja al PSOE frente a la UCD. Más recientemente, en la anterior legislatura, UPyD con cinco diputados tuvo grupo parlamentario, y Amaiur con 7 tuvo que ir al Grupo Mixto. Las interpretaciones de la Mesa del Congreso son como la Ley del Fonil.

Once millones de votantes entre el PSOE, Podemos e Izquierda Unida, no aceptarían que de nuevo gobierne el Partido Popular otros cuatro años, esos ciudadanos quieren un gobierno plural y progresista. Este gobierno apoyado por once millones de personas sería el de mayor base electoral de la historia española, y en el Congreso de los Diputados veríamos por primera vez una amplia cultura parlamentaria y se empezaría a desarrollar por primera vez una cultura de pactos, como ya la hay en Europa. Pero las fuerzas negras de la reacción, el IBEX 35, la prensa de derechas incluido el Grupo PRISA con Juan Luis Cebrían como abanderado, y la vieja guardia felipista y la nueva susanista, ponen piedras en el camino a Pedro Sánchez para que no entienda con Pablo Iglesias y Alberto Garzón, dos de los mejores políticos de los últimos tiempos. Ambos políticos de izquierda no se fían del “aparato” del PSOE, del accidentalismo, del cinismo y la hipocresía, diciendo una cosa cuando están en la oposición, y haciendo otra totalmente diferente cuando llegan al Poder. Pero ahora Pedro, Pablo y Alberto, tienen la posibilidad de cambiar a Hezpaña y convertirla en España. Si Pedro Sánchez no lo hace la historia lo condenará.