Espacio de opinión de Canarias Ahora
Turismo con esencial factor humano
Toda experiencia alejada de nuestro cercano y seguro ámbito existencial y vivencial requiere, para alcanzar un nivel confortable de seguridad y comodidad, de nuestro encaje en el nuevo entorno y, sobre todo, de la calidez que comporta un reconocible y esencial factor humano con el que valorar las posibilidades de querer buscar la repetición de esas sensaciones iniciales. En esta sencilla premisa descansa el éxito de toda empresa turística encaminada a convertir el destino del que forma parte en un foco de atracción para quienes se aventuran a conocer nuestro ámbito territorial, atraídos desde la lejanía que han de vencer para lograr, aun más, la plena identificación con lo que se les ha sugerido previamente.
Por ello, a pesar de las mieles que en Canarias desbordan las estadísticas oficiales de los últimos tiempos sobre la arribada de visitantes foráneos, de turistas, hay que reforzar la necesaria conciencia empresarial y política sobre ese carácter distinguible que marca el primer contacto con los distintos profesionales del sector, así como su sostenimiento durante toda la estancia, como primer elemento conquistador que puede, casi con seguridad, garantizar una repetición de la visita. En demasiadas ocasiones nos esmeramos en tratar de buscar nuevos ángulos a una pretendida diversificación turística, más allá de la fórmula que nos ha hecho sobradamente conocidos, cuando quizás descuidamos, por considerarla hasta cierto punto irrelevante, la verdadera piedra angular que permitiría dejar de pensar en riesgos asociados a otros destinos que compiten con el nuestro: profesionales alejados de tipo alguno de precariedad laboral.
Así pues, el regalo que supone para el turista medio en Canarias el disfrute de los motivos que le han llevado a desplazarse hasta las islas debe ser completado con el bonito envoltorio de un excelente trato humano que, en realidad, es el que se produce cotidianamente, aun cuando quien debe esmerarse lo necesario en cuidar con delicadeza dicho broche lo descuida. El personal que, en sus distintas escalas, ofrece su mejor cara al cliente con una profesionalidad exquisita, debe ser mimado con los honores que merece, desde el respeto exigible a sus innegables derechos laborales hasta la necesaria dispensación de todos los tramos formativos que requiere para actualizar y reciclar sus amplios conocimientos en el desempeño de una labor ardua.
En cuanto a las necesidades del marco laboral de los trabajadores -camareras de piso, camareros, etcétera- del sector turístico canario, se debe dirigir la mirada al contratante, a quienes, en definitiva, obtienen un obvio rédito económico de nuestra principal industria. Seamos, por tanto, consecuentes con esa realidad que todos debemos afrontar con responsabilidad e ilusión.
Por tanto, los poderes públicos con competencias en la regulación laboral de este sector han de permanecer plenamente vigilantes de las especiales circunstancias que viven y sufren los trabajadores, a pesar de disfrutar de abundantes beneficios. Trabajadores que, día a día, sostienen esta industria con su trabajo, haciendo camas, cocinando o cargando bultos. En esa dirección resulta imprescindible contar, tal y como venimos estableciendo los socialistas en el Parlamento de Canarias –en el marco de la apuesta del PSOE durante su año y medio de gestión en el Gobierno regional en esta legislatura-, con mayores efectivos en la inspección laboral, que impidan los atropellos a miles de personas que se dejan el pellejo y sufren secuelas por ello.
Nuestro destino turístico es único, es cierto, pero no se puede sostener bajo ningún tipo de explotación laboral que lo presente como una pantalla levantada con el sudor de quienes no son justamente recompensados por ello.
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