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Cáritas/carotas

Francisco Pomares

Una tilde y una letra marcan a veces una distancia estratosférica. Los carotas del ministerio de Hacienda han hecho circular un comunicado basado en el informe fiscal que unas horas después recibió el juez Ruz, en el que comparan las donaciones ilegales al PP que gestionó Luis Bárcenas con las que pudieran recibir Cáritas o Cruz Roja sin identificación al donante. Hace falta tener un rostro monumental para argüir semejante argumento, precisamente en un país en el que miles de ciudadanos han sobrevivido gracias a Cáritas, Cruz Roja, los Bancos de Alimentos y otras organizaciones de solidaridad, mientras en el PP se entregaban sobres a sus dirigentes para complementar sus sueldos institucionales y se pagaban obras de reforma en negro.

Uno se pregunta qué sentido tiene que el Ministerio, a través de varias de sus estructuras y direcciones, desarrolle este titánico esfuerzo para evitar la existencia de delito fiscal. Un delito que resulta más que evidente para cualquiera con dos dedos de frente, porque las cantidades defraudas sólo en el pago de las obras suponen 220.167 euros, cien mil euros por encima del límite para considerar el fraude delito. De hecho, incluso asumiendo el delito, la responsabilidad legal no recae en el PP, porque le ley que permite atribuir responsabilidad a los partidos es de 2012, posterior a los enjuagues de Bárcenas y sus generosas regalías a la cúpula de Génova.

Al final, en un país en el que sus dirigentes han perdido todo sentido de lo que es correcto y lo que no, lo que intenta el Ministerio de Montoro -después de retrasar el informe solicitado por el juez, y presentarlo a desgana y sólo “para evitar posibles responsabilidades penales por no atender la petición del juez”-, es lisa y llanamente que no se pueda vincular legalmente a Bárcenas –en su calidad de responsable del PP- a un delito fiscal del que el PP se habría aprovechado. A fin de cuentas, al antiguo amigo Bárcenas, el hombre de las libretas y los sms, ya se le ha amortizado. De lo que se trata ahora es de que se le juzgue y condene sólo por lo que se quedó para él (bastante de lo que movió) pero no por lo que repartió entre los dirigentes del PP o usó para pagar cuentas del PP.

Prevalecería así la idea de que Bárcenas es una manzana podrida en un cesto de manzanas sanas, y no una pieza más de un entramado –la financiación del PP- que huele mal desde su fundación hasta ahora, y que ha provocado que todos sus tesoreros y administradores hayan sido empurados antes o después.

Probablemente el Gobierno, el Ministerio y el PP acaben saliéndose con la suya. Espero que en la memoria de los ciudadanos permanezca esa comparación miserable entre la solidaridad de Cáritas con quien más lo necesitan y la golfería de tirar de sobre y pagar las obras de la sede de un partido con dinero ilegal.

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