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Zenón se fue, pero entre nosotros queda su obra

Rafael Lutzardo / Rafael Lutzardo

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En ese reconocimiento y justo homenaje que nos ofrece Cirilo Leal en sus documentales de Señas Culturales, no podía faltar la figura de nuestro querido y ya desaparecido amigo, Zenón, que recorrió a través de sus recuerdos y fotografías, la vida cotidiana de la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. Ante el objetivo de sus cámaras fotográficas, posaron catedráticos y doctores de la universidad de La Laguna, hasta mendigos y barrenderos. Todos fueron tratados con la misma dignidad y respeto que da el arte de un maestro como fue este excelente profesional de la fotografía y músico entrañable, Zenón. Un artista entre dos generaciones a caballo finales del siglo XX y comienzo del XXI. Un ser que vivió entre el mundo de la cultura y el arte; un catedrático de la vida y de la sabiduría experimentada a través de la nobleza y generosidad. Un hombre que supo cultivar un campo de semillas de amor y amistad, en un mundo desigual y en muchas ocasiones, egoísta y malicioso.

Sin embargo, su muerte no ha sido en vano, donde nos ha dejado un testimonio documental, un trabajo de muchos años, unas cosechas de sentimientos, humildad, generosidad y nobleza. Se fue un amigo, una persona, pero su obra está entre todos nosotros. Zenón logró a lo largo de su carrera profesional varios premios importantes entre los que destacan los obtenidos en la Agrupación Fotográfica de Cataluña y como reconocimiento al mejor conjunto fotográfico en el Concurso Nacional de Madrid. Del mismo modo, nuestro querido y siempre recordado, Zenón, fue un habitual del Orfeón la Paz y un amante de la música y la cultura en general. Junto con la también reciente pérdida de otro gran excelente amigo del mundo de la cultura, Adrián Alemán, la ciudad de Aguere y en general, la isla de Tenerife, pierde a dos de sus hombres más importantes de este comienzo de siglo XXI.

Así mismo, destacar de Zenón la labor que desempeñó en el terreno familiar; hombre de espíritu sereno y de paz interior. Amable, comunicador, comprensivo, educador y leal por todo aquello que amaba y quiso entre sus familiares más directos. Así es la vida, la verdadera y cruel realidad, pero donde todos estamos en lista de espera. Acontecimientos como la Semana Santa, Romería de San Benito, el Cristo de La Laguna y carnavales, fueron motivos de los comienzos profesionales de Zenón. Espero y deseo que la sociedad lagunera e isleña, sus representantes políticos, asociaciones de vecinos y colectivos de los distintos barrios de nuestra isla, se unan para rendirle un merecido homenaje y pedir el nombre de una calle en la Ciudad de los Adelantados. Del mismo modo, al también desaparecido, Adrián Alemán, hombre que siempre estuvo al servicio de nuestra sociedad.

Rafael Lutzardo

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