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Todo se relaciona

José A. Alemán / José A.Alemán

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Los gobiernos españoles, los de la UE en general, han demostrado considerable “despiste” (digámoslo así para no insultar) con los regímenes magrebíes. Empezando por el tunecino que ha resultado ser de los de aquí te espero y al que una revuelta popular ha puesto en la calle. Por no hablar del contagio de Egipto, donde Gamal Mubarak se preparaba para suceder a su padre, Hosni Mubarak. Como mínimo, pues, corre el gobierno español con los saharauis el riesgo de quedarse con los glúteos a la helada intemperie de estos días de haber devuelto a los saharauis hoy, como planeaba Interior. Los sucesos de Túnez no sólo han acabado con el régimen de Ben Alí sino que han puesto en evidencia a los gobiernos europeos. Estos ignoraron la dictadura como ignoran la verdad del régimen alauita. Por muy legal que sea, si lo es, repatriar a los saharauis conlleva riesgos, insisto.

Y ya metido en bola de contradicciones, España defiende la democracia y el respeto por los derechos humanos? lejos de su entorno porque no la vemos ponerse seria con los vecinos del Magreb. Puede comprenderse, aunque no disculpar, que pretexte mirar por los intereses españoles; que son, claro está, los que el gobierno define como tales, ya sea la prevención del terrorismo, que se vende bien a la opinión, ya los negocios en la zona de las empresas españolas, el suministro de carburantes o lo que ustedes quieran.

Puede entenderse, digo, si no fuera porque asuntos como la rebaja del alcance de la jurisdicción internacional o el del juez Baltasar Garzón no nos hiciera recelar. Garzón quiso desarrollar la jurisdicción internacional y promovió causas en el exterior, pero es posible que pierda su carrera a manos del fascismo por una interior, la del genocidio franquista. Aunque nada tenga que ver su situación concreta con la de los saharauis que piden asilo, si ponemos éstos y otros casos en fila nos quedamos con la impresión de que hay fuerzas y voluntades tan decididas a evitar los avances democráticos como en reforzar ideologías y actitudes del pasado aún presentes en la sociedad española.

Por más que, como digo, sean situaciones diferentes, no lo son tanto para impedirnos apreciar que todas se insertan en la ola del peor conservadurismo que padecemos. Si unimos las piezas, no es difícil establecer relaciones por remotas que puedan parecer. No quiero decir que haya un plan, una conjura malvada; sí que los gobiernos tienden a reaccionar con criterios parecidos ante las diversas situaciones que van surgiendo; y que la panoplia de pretextos con que se justifican ciertas decisiones modela un mundo en el que poco a poco se arrumba la democracia. No hay conjura pero sí “protocolos” de actuación. Marruecos, el Túnez de Ben Alí, el Egipto de Mubarak son buenos espejos de las deformaciones de las democracias europeas. Por no hablar de China que en España (no sólo en España, por supuesto) es ahora vista como el nuevo míster Marshall que nos salvará. No lo parece a primera vista, pero todo se relaciona y opera favor de los opresores y los que ven en la democracia un inconveniente. Hasta la crisis apunta en la misma dirección y si en unos lugares niegan los derechos humanos y se refuerza la cleptocracia, en otros se procura recortar el Estado de bienestar. Cuestión de gradaciones.

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