También fue un día agridulce para los dirigentes del Partido Popular canario, no solamente los de Tenerife, que sufrieron en rebeldía la vergüenza del escrutinio público de las cuentas de Alarcó el mismo día que Mariano Rajoy visitaba las dos capitales canarias, con primera parada precisamente en la capital tinerfeña. En el pleno del Cabildo se apreció en toda su desnudez la cuasi delictiva gestión del dinero público ejercida por el candidato pepero al Senado, al tiempo que quedaron en el aire flotando serias dudas sobre periodos no auditados y sobre organismos que quedan con auténticos agujeros financieros por culpa de este buen gestor. Cualquiera que se haya leído las alegaciones que presentó a requerimiento de los auditores refleja a las claras su desprecio por la pulcritud de las cuentas y su convicción de que quienes iban a leer su versión se encuentran en la total idiocia. De momento y de manera oficial, solo sabemos que la auditoría y el informe del interventor del Cabildo están en manos de los servicios jurídicos para decidir qué camino tomar. Si no hay sospechas de delito, que se diga y santas pascuas, pero si se ratifican en lo dicho este jueves por el interventor, el siguiente paso debe ser el juzgado de guardia o la fiscalía, porque si no alimentarán la sospecha de que todo este montaje puede haber sido solamente un movidón electoral.