Es prácticamente seguro que José Miguel Bravo de Laguna ya se ha leído a estas alturas la Ley de Renovación y Modernización Turística de Canarias. La tendría que conocer con un poco de profundidad si no quiere arriesgarse a hacer el ridículo este viernes, día grande en su nueva cruzada contra el Gobierno de Canarias en el que tiene convocadas a las fuerzas vivas de la isla de la que es presidente para escenificar la vieja posturita del agravio y el despojo contra la pérfida Nivaria. Se la tiene que haber leído ?la dichosa ley- porque está confirmado que al acto va a acudir Román Rodríguez, diputado y presidente de Nueva Canarias, que también se opone, pero no exactamente por los mismos motivos que el presidente del Cabildo ni su partido, ni por los mismos motivos que animaron a un grupo de empresarios, nucleados en torno al Círculo de Empresarios de Gran Canaria, que ha jaleado el debate en el tramo final, casi postrero, de su tramitación parlamentaria. Román ha confirmado que va si le dejan hablar, lo que se convierte en peligro cierto para Bravo de Laguna, que tiene cogidos con saliva algunos conceptos básicos de la ley, así como hitos interesantísimos de su tramitación parlamentaria que seguramente tampoco se ha molestado en contrastar con el ponente de su partido, Miguel Jorge Blanco. Bravo va de sobrado, quiere ser el Matías Vega Guerra del siglo XXI sin medir ni la extemporaneidad de su actitud ni las cualidades exigibles a un reto de ese calibre: nadie quiere un cacique iluminado que conduzca a Gran Canaria por la senda de destellos alimentados por ese sentimiento insularista ?y en ocasiones acomplejado- del enfrentamiento con Tenerife. Si ya se leyó la ley dichosa habrá podido colegir, como hombre de leyes que es, que ni se prohíbe nada a Gran Canaria ni se proscriben los hoteles de cuatro estrellas, como se ha empeñado en difundir de manera temeraria y falaz. Ha levantado esa bandera porque necesita un motivo, una cortina de humo que le permita contrarrestar lo que está pasando en ese Cabildo de Gran Canaria desde que él, el transfuguismo y la herencia que quiere dejar a su hijo se hicieron cargo de sus destinos.