Rita Martín sólo se ha marchado del PP, no de la política, lo que confirma los peores presagios: se cree una lumbrera, una lideresa, un fichaje galáctico. Es decir, que la política canaria sigue siendo un desastre. Lo advertíamos aquí cuando criticábamos sus modales para abandonar su acta de concejala en el Ayuntamiento de Teguise: no se ha marchado de la política porque le ha cogido el gusto a la moqueta y a la poltrona, y como en el PP la ignoraban olímpicamente y le bloqueaban cualquier opción a ocupar cargo público, se ha buscado un echadero mejor en el que poder ser al menos la tuerta en el reino de los ciegos. Ya no es de derechas, de la derecha nacional y viva España, ahora es de centro canario, es decir, nacionalista de centro, que es como se define el CCN, por el que acaba de fichar con cierto ruido mediático (más por el descojono que por la trascendencia informativa). “Un proyecto nuevo e ilusionante”, dicen los cronistas que ha dicho Martín al firmar su solemne incorporación a la empresa de Nacho González en presencia del histórico Lorenzo Olarte, que casualmente también fue consejero de Turismo antes de que Soria la pusiera a ella a bobiar. Dijo también para los anales que nadie la ha llamado ni le ha mandado un triste mensaje a su móvil, salvo Astrid Pérez, que seguramente le habrá deseado suerte y le habrá agradecido los servicios prestados a su Excelencia, que ni siquiera tuvo el detalle de reconocerle lo mucho que hizo por pre-financiarle la campaña publicitaria de las elecciones de 2011 a través de los Estadios de la Felicidad o el Say no to Winter blues y tiro porque me toca. Hay que felicitar a Nacho González por su empecinamiento en recoger los despojos de cada casa. Ya se equivocó con Juan Domínguez, el consejero tránsfuga en el Cabildo de Gran Canaria, y se equivocó cuando confió en Soria y firmó un pacto con él. Ahora ficha a Rita, él sabrá para qué. Nosotros, de momento, se lo agradecemos: mantenemos en nómina a una musa impagable.