Hay personas imprescindibles para determinados gremios. Quizás uno de esos para el periodismo canario sea el presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife, Juan Galarza, que junto a un equipo de abnegados compañeros de profesión mantienen cada día en alto el pabellón de la reclamación de la dignidad para una actividad tan en crisis, tan doblemente en crisis en los tiempos que corren. Galarza preside la única asociación de la prensa de Canarias con verdadera actividad: organiza actos, edita un boletín en Internet, e incluso se permite alimentar el viejo sueño jamás alcanzado de constituir un colegio profesional de periodistas con ámbito regional. Hace un par de días mantuvo un encuentro formal con el consejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, Francisco Hernández Spínola, y con el director general de Participación Ciudadana, Pedro Ramos, con el fin de reactivar esa iniciativa. Spínola se ha comprometido a mirarlo, y seguramente será capaz de encontrar una fórmula, pero se volverá a tropezar con el caos que siempre ha sido esta profesión, a no ser que los devastadores efectos de la crisis y lo que nos queda por padecer logre unirnos y aprobar unos estatutos y un código ético que autoregule la profesión y que ponga coto a los abusos que sufre.