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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Décima de Expedito y otros sofocones del PP

Pintada amenazante contra el taxista que denunció las prácticas de los floteros en Las Palmas de Gran Canaria.

¿Quién será el ignorante

que no cumple el requisito

pues la equis de Expedito

es vital y es importante?

Me ha resultado insultante

este dato tan concreto.

No sé quién será el sujeto

que ha escrito tal disparate

es un loco de remate

y además, analfabeto

Vive el sector del taxi en Las Palmas de Gran Canaria momentos convulsos como consecuencia del escaso interés del Ayuntamiento por meterlo en cintura, la existencia de una denuncia de la Agencia Tributaria por delito fiscal, el nuevo reglamento evacuado por el consistorio y el general y común conocimiento de un colectivo humano (a veces muy profesional) que se quiere gobernar solo a espaldas de ciertas normas de obligado cumplimiento. La fotografía que acompaña este comentario fue tomada en las inmediaciones del teatro Pérez Galdós, donde un descerebrado, probablemente flotero o vinculado a los floteros, insistió en lo que se viene produciendo reiteradamente en el taxi capitalino: amenazas a los que denuncian la existencia de una especie de mafia que quiere controlarlo todo con unos métodos que, efectivamente, como bien recoge la décima, van desde la ignorancia al analfabetismo, sin despreciar lo más mínimo el principio violento y pendenciero de casos aquí publicados. La décima, como podrán colegir, es de Expedito Suárez, el profesional que denunció ante la Justicia a los floteros por explotar con malas artes a sus empleados y por presuntamente evadir impuestos y tributaciones sociales ayudándose de viudas de propietarios de licencias municipales que se han ido acumulando en manos de unos pocos para contribuir a ese clan tan pernicioso. Como ocurre en esta tierra tan bananera, al denunciante de la corrupción se le deja solo ante el peligro, no solo con escasa cobertura policial y nula investigación de estas amenazas, sino con actuaciones de la autoridad política con las que se trata de avalar al presunto delincuente. El nuevo reglamento municipal del taxi aprobado por el equipo del alcalde Cardona bendice la acumulación de hasta cinco licencias en manos de una sola persona, lo que da carta de naturaleza al flotero y quiebra el principio que siempre ha inspirado a esa profesión: una persona, un taxi. El terror del PP al presunto poder electoral de los taxistas (no se han enterado todavía de la transformación radical de la comunicación y de la política) sigue conduciendo a ese partido por muy peligrosos derroteros.

Repsol y RIU rompen el monoteísmo del PP

Puede que les haya pasado desapercibido el cisma que se ha abierto en el Partido Popular archipielágico como consecuencia de las prospecciones petrolíferas. La siempre inquieta presidenta del PP grancanario, María Australia Navarro, ha arremetido contra sus compañeros de Baleares acusándolos de demagogos por oponerse a las explotaciones petrolíferas en sus costas y por defender, por encima de ese modelo de negocio, el del turismo vinculado a sus cualidades naturales. No es una cuestión baladí porque el Partido Popular acostumbra ser monolítico cuando de alabar a un solo dios se trata, en este caso el del poder empresarial y el del dinero, o el monoteísmo, el de arrodillarse ante el poder orgánico que emana de la calle Génova y que ahora, por si fuera poco ese poder, tiene como amplificador el palacio de La Moncloa y todos los ministerios que de él cuelgan. Es cierto que no podemos echar las campanas al vuelo instalándonos en la errónea creencia de que el PP balear se ha echado al monte de la ecología. Es el poder económico del sector turístico balear, con Abel Matutes y los hermanos Riu a la cabeza, el que ha impuesto el no al petróleo en el archipiélago. Pero sí deberían valernos sus argumentos para trasladarlos aquí, donde todavía hay empresarios que dudan entre preservar sus negocios y sus puestos de trabajo o seguir de rodillas ante el ministro Soria por si se desmienten los presagios que lo sitúan más pronto de lo previsto fuera de puestos decisivos de poder. Pero la quiebra, que era a lo que íbamos, está confirmada: el PP balear se enfrenta al ministro canario y, aunque en menor medida por su inminente marcha a Bruselas, al de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, colocando por tanto al Gobierno de Rajoy en un brete. Si el único problema de autorizaciones petrolíferas fuera el balear, la dificultad se hubiera superado hace tiempo, pero la defensa a ultranza de los intereses de Repsol impide al PP decir sí en un sitio y no en el otro arriesgándose a un abismo judicial de imprevisibles consecuencias.

Repsol, alarmado con Soria

La salida de tono de María Australia Navarro contra sus compañeros del PP de Baleares no debe interpretarse como una calentura verbal. Fue un comunicado de prensa, algo que requiere el concurso de un asesor en comunicación y un proceso intelectual de elaboración del mensaje que nada tiene que ver con la improvisación. Y en materia de petróleo, ni María Australia Navarro ni nadie del PP canario o el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, se pronuncia sin la autorización del sumo pontífice. Por lo tanto, diatriba hay que atribuírsela directamente a Soria, lo que seguramente él tratará por detrás de aliviar conectando directamente con RIU y con Matutes para ceñirlo todo a las cosas que tiene esta chica del PP grancanario. Como si lo estuviéramos viendo. Soria tiene que quedar bien con los mallorquines pero, especialmente, con su amigo Antonio Brufau, presidente de Repsol, al que empiezan a no salir las cuentas como antaño. Siempre creyó en José Manuel Soria y en las promesas de que todo iba a ir como la seda en cuanto él ocupara la cartera ministerial. Brufau empezó a mosquearse cuando el ministro le pidió que viniera a Canarias, que él solo no podía con tanta contestación social. Y Brufau vino para protagonizar aquella infame rueda de prensa en la que trató de endosar un fracaso económico y social a los cabildos más combativos, los de Lanzarote y Fuerteventura, ofreciéndoles en barbecho un negocio (el de la base logística) inviable en cualquiera de sus puertos. Luego vinieron los graves problemas en la tramitación del informe de impacto ambiental, a estas alturas trabado por las negligencias ministeriales y de la propia empresa, y contaminados por tantas irregularidades que imposibilitan empezar a operar en las fechas previstas por Repsol y sus apasionados defensores. Es tal el empeño de Soria y algunas de sus sugerencias más atrevidas a Repsol, que a muchas redacciones de publicaciones especializadas en energía empieza a llegar de forma nítida la inquietud de Repsol, que se juega en este envite algo más que unas prospecciones: su imagen y su valoración en Bolsa. Un ministro atolondrado, borracho de más ambiciones de las admisibles en su puesto, las está poniendo en peligro.

RIU, la otra erre de la ecuación

Pero no es sólo Repsol la causa de la quiebra en el PP. La otra erre de la ecuación es la que encabeza el nombre de la cadena hotelera RIU, cuyos intereses también amenazan con quebrar la proverbial unanimidad interna en el PP canario. Los mallorquines no se han detenido en barras, y en su empeño por llevarse por delante el Oasis de Maspalomas han vuelto a sintonizar con el ubicuo ministro canario que sufrimos. Sí, a RIU le viene bien lo mismo que a Soria le viene bien: a la cadena hotelera, hacer su hotel-mamotreto en esa zona sensible de Gran Canaria, y a Soria, desgastar al máximo al presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo de Laguna, que sale en las encuestas mucho mejor parado que él por primera vez desde que lo descabalgó de la presidencia regional del partido en la segunda mitad de la década de los noventa. RIU ha empujado a favor del desgaste de Bravo haciéndose con los servicios del denunciante del caso RIU, el histriónico Cristóbal Rodríguez Marichal, que ha conseguido colocar al presidente del Cabildo en una posición más que comprometida. Su candidatura en 2015 se verá sin duda afectada, salvo que antes de que llegue el momento de las designaciones electorales se hayan archivado las diligencias de la fiscalía o, en su defecto, haya quedado aclarada su participación en el entuerto. A Soria le importa exactamente una higa el descrédito en el que pueda caer el actual equipo del PP en el Cabildo grancanario con tal de que no se deterioren sus relaciones con los Riu, una de las familias más poderosas en la industria hotelera española. En la debacle que las encuestas dibujan para el PP, no le interesa que los Bravo puedan ser una excepción en Gran Canaria porque eso debilitaría a la persona llamada a sustituirle. Para esa difícil encomienda suena cada vez con más insistencia María del Carmen Hernández Bento.

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