Todas las escaramuzas palmeras, aquellas de 2011 y las más recientes de este mismo año, no han hecho que crujan las cuadernas del pacto regional entre el PSOE y Coalición Canaria más allá de las tradicionales declaraciones a la prensa para el consumo de críticos y desafectos. Se incorporan a beneficio de inventario en el bien entendido de que la fauna política que puebla las instituciones y los partidos palmeros se rige por unos mecanismos difícilmente controlables por las direcciones regionales. Por lo tanto, lo que prevalece de esa minicrisis política es exclusivamente el empeño del PSOE en hacer valer la prohibición de pactar con el PP. Y punto, no hay más cera que la que arde. Sin embargo, un hecho en apariencia inocuo, que pasó sin pena ni gloria para los grandes analistas políticos regionales, sí hizo que el pacto regional se resintiera, concretamente en lo que atañe a una de las instituciones bandera, el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Una moción elevada al pleno de la Corporación por el concejal de Ciudadanos, Guillermo Guigou, obligó al pacto a reunirse y a tensar la situación. Guigou pedía el restablecimiento de la legalidad en Las Teresitas, en concreto la demolición del famoso Mamotreto, ahora que la justicia está dilucidando sobre los posibles delitos cometidos por anteriores concejales y actuales funcionarios de la Corporación. Pero el pacto entre CC y el PSOE contiene algunos puntos muy delicados, como es el que en cuestiones teresitianas se esté exclusivamente a lo que dictamine la justicia, esquivando cualquier iniciativa política que pueda dejar con el culo al aire al socio principal del contubernio, el partido al que pertenecía el cada vez más desprestigiado Miguel Zerolo. La tensión se resolvió en dos direcciones: el PSOE emitió una nota como Agrupación Local de Santa Cruz reforzando su posición tradicional de exigir la demolición del Mamotreto y la vuelta a legalidad en Las Teresitas, al tiempo que el grupo de gobierno conseguía arrancar un compromiso a Guigou para que aceptara una moción transaccional que se adecúa perfectamente a las cláusulas del pacto: cuando la justicia lo permita, el edificio de Perrault se demolerá. Guigou transigió y salvó al pacto de un sofocón. El Mamotreto va por 14 millones de coste para las arcas municipales. A ver si hay sentencia pronto porque eso ya no hay finanzas que lo soporten.