El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La hache de Hospiten
Es muy probable que haya sido la primera vez en la historia del Parlamento de Canarias en la que alguien se haya atrevido a mencionar a Hospiten. Ya saben, ese poderoso imperio empresarial a cuyo frente se encuentra uno de los hombres más poderosos e influyentes de Tenerife, Pedro Luis Cobiella. Lo hizo la portavoz del PSOE, Patricia Hernández, en medio del Debate del Estado de la Nacionalidad Canaria (y dos piedras) que comenzó este martes en la Cámara autonómica bajo el signo de la insoportable levedad del Gobierno que padecemos. Y quizás haya sido eso, el ocaso de Coalición Canaria, el agotamiento del modelo insularista trasmutado por obra y gracia de Mauricio en nacionalismo multiplataforma, el momento propicio para que en la debacle queden desenmascarados con nombres y apellidos los oligarcas que auparon y mantuvieron estas tres décadas al monstruo conveniente alimentado y en forma.
Quién podía imaginarse hace apenas cinco años que veríamos condenado penalmente a Antonio Plasencia por el escándalo de los áridos de Güímar, o al mismo patrono de los constructores aguardando con terror, junto a otro preboste del tinerfeñismo, Ignacio González Martín, la sentencia del caso de Las Teresitas. Quién podía imaginarse a Miguel Zerolo dos veces consecutivas en el banquillo acusado de corrupción, junto a un intocable como Manuel Parejo, ambos en trance de entrar en prisión.
Se acabaron los tiempos de la omertá. La irrupción en el Parlamento de nuevas fuerzas como Podemos; la necesidad del PSOE de desmarcarse del dolce far niente, de zafarse de ese carnaval veneciano que se nos contagió desde Vegueta durante demasiado tiempo, y sobre todo, el olor a cadáver que desprende la omnipresente y omnipotente Coalición Canaria, indican que ha llegado el momento de parar.
Si Clavijo pensó alguna vez -que seguro que lo hizo- que echando al PSOE del Gobierno quedaban sus problemas resueltos y se abría ante él la ansiada oportunidad de regresar a un pacto con el PP, y con él, a un renacer de ATI-Coalición Canaria de la mano de los poderes empresariales de ambas provincias, está apañado.
Ha destapado la caja de los truenos, básicamente porque la exigua mayoría parlamentaria que sumaría con la muchachada de Asier Antona se antoja insuficiente para tapar todas las vías de agua que se le están abriendo, empezando por la reforma del sistema electoral y terminando por el escándalo de la sanidad pública, ésa que él quiere que sea privada.
Y la clave está en la hache. Si un partido como el PSOE ha perdido el miedo a hablar de la hache de Hospiten es de suponer que habrá perdido el miedo a hablar de Hospitales San Roque, de Hospital Perpetuo Socorro… y de todas las empresas de la sanidad privada que se han hecho de oro durante estas décadas de barra libre y descontrol de los conciertos sanitarios, mientras la sanidad pública sufría recortes y un severo deterioro de su calidad. Si no hay miedo de hablar de la hache de Hospiten no habrá miedo de hablar de la CEOE de Tenerife, y de su presidente, José Carlos Francisco, asesor especialísimo del presidente Clavijo para la derechización de este Gobierno. O del Círculo de Empresarios de Gran Canaria, donde anida el núcleo más duro del ultraliberalismo archipielágico y de donde salió el mejunje necesario para que algunos votos venezolanos que iban para Paulino Rivero acabaran en la saca de Fernando Clavijo cuando se dilucidaba la sucesión del primero.
Son esos los influyentes oligarcas que preconizan que todo debe liberalizarse excepto las subvenciones y los contratos públicos que reciben, los patronos que forman parte de esa tupida pero discreta tela de araña que llega a todos los despachos en los que se toman decisiones. Incluidos algunos medios de comunicación.
Que la presidenta de la Asociación de Empresarios Constructores y Promotores de Las Palmas, María de la Salud Gil, se haya atrevido a calificar de “paseíllo parlamentario” la tramitación en la Cámara autonómica de la Ley del Suelo no demuestra otra cosa que el escaso respeto que tienen los poderes salvajes por las instituciones de representación democrática y lo convencidos que los tiene Fernando Clavijo de que se hará lo que ellos exijan. Y la Ley del Suelo será la primera demostración del poder que atesoran.
Todos los grupos parlamentarios, todos los diputados y diputadas, tienen la obligación de hacer valer su condición de representantes de los ciudadanos de Canarias. El espectáculo de un Gobierno en manos de los poderes salvajes no es de recibo. Y cualquiera que se sume al espectáculo que está dando este Gobierno será cómplice de lo que ocurra.
Lo que está haciendo Clavijo con la sanidad pública y con la Ley del Suelo, además de un atentado contra el derecho a la salud y contra un bien tan preciado como es nuestro territorio, es sembrar los casos de corrupción de los que los periodistas informaremos los próximos años. Ya está bien.
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