El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
La humillación
La mañana del viernes pasado fue frenética para el PSOE. La invitación pública que lanzó Podemos a Pedro Sánchez para formar un gobierno progresista fue inmediatamente interpretada por el núcleo duro de la Ejecutiva Federal precisamente como eso, como una invitación. Pablo Iglesias hacía lo que para muchos socialistas fue en esos primeros momentos una “jugada maestra” que sacudía la quietud en la que se había desarrollado la primera ronda de conversaciones del Rey con los portavoces de los partidos políticos con representación parlamentaria. Y lo había hecho sin fijar líneas rojas, sin la menor mención al referéndum catalán, el muro infranqueable que sirvió al sector más conservador del PSOE a anatemizar cualquier pacto con Podemos y, de paso, a moverle la silla al secretario general socialista. Al menos dos dirigentes del PSOE canario confesaban a este periodista antes del mediodía del viernes la sintonía que se había generado en Ferraz ante aquel órdago lanzado por Iglesias, al que sólo ponían un pero: hay que esperar a que Rajoy mueva ficha y se someta a la investidura. Lo que viene en llamarse “respetar los tiempos”. Pocas horas después, aquella “jugada maestra” se había convertido en ofensa y en humillación, seguramente por la parte concreta del discurso de Iglesias referido a la oportunidad que se le brindaba a Pedro Sánchez para presidir el Gobierno de España. “La humillación” corrió de boca en boca por la militancia socialista y las redes sociales se llenaron de proclamas a favor de la dignidad del partido y de ensalzamiento de los comentarios que en esa misma dirección habían lanzado dirigentes como Alfredo Pérez Rubalcaba. Durante el fin de semana pudimos contemplar todos cómo dirigentes y militantes del Partido Popular redifundían y amplificaban esas posturas de reivindicación de la dignidad y el buen nombre socialistas en un desesperado intento por frustrar las negociaciones con Podemos. La prensa de la derecha se sumó de inmediato a la fanfarria: de repente los que durante décadas han puesto rabos y cuernos al PSOE elogiaban sus 140 años de historia, la calidad política de dirigentes como Alfonso Guerra, Rubalcaba o Felipe, y el temple de Pedro Sánchez para no sucumbir a tentaciones bolivarianas. Resurgía con fuerza la idea de la gran coalición, es decir, el apoyo de ese digno y patriótico PSOE apoyando a Mariano Rajoy como presidente merced a una sabia abstención a cambio de más “reformas”. Apoteósico.
Corcuera y Eligio, en 13 TV
La ofensiva continuó el sábado. Dos protosocialistas, José Luis Corcuera y Eligio Hernández, aparecían nada menos que en 13 TV, la cadena televisiva de la caverna por excelencia, la que cuesta a la Conferencia Episcopal Española 10 millones de euros al año y pierde otros 30 para proyectar una línea editorial que cada día se aleja más de la doctrina del Papa Francisco. Resulta casi imposible escuchar voces autorizadas del PSOE en esa cadena porque a sus directivos no les interesa la versión oficial, lo que les conduce a tirar de personas muy críticas que echen una mano a la tendencia cavernícola del momento. Y esa tendencia es en estos momentos anatemizar cualquier posibilidad de pacto de izquierdas en España. O por ser más precisos, cualquier posibilidad de Gobierno en España que no pase por el Partido Popular. A la tendencia y a 13 TV se han apuntado entusiastas el exministro del Interior de los tiempos de Felipe González José Luis Corcuera y el que fuera fiscal general del Estado, Eligio Hernández. Ambos cumplieron, con mayor o menor gloria, los roles que les tocó desempeñar en años difíciles para la democracia, y ambos recibieron sus dosis de crítica por asuntos que ahora parece haber olvidado la derecha mediática española. Siendo como son ahora útiles para la causa ya no resultan de interés ni la Ley Corcuera, con su polémica patada en la puerta en caso de flagrante delito, ni el único nombramiento ilegal de fiscal general del Estado de la historia de España. Ni por supuesto los GAL ni los fondos reservados. Corcuera y Eligio, Eligio y Corcuera, son ahora amigos de la derecha mediática y se prestan a engrosar sus doctrinas. De la transformación de Corcuera de líder sindical y luchador de la clase obrera en portavoz de las esencias de la gran coalición sabemos poco, la verdad. Pero de Eligio Hernández tenemos en Canarias múltiples ejemplos de su transformación de defensor inquebrantable de la ley a defensor sometido de políticos y jueces corruptos, por supuesto de derechas. Produce lástima verlo y oírlo chochear en directo hablando de Venezuela, “la séptima isla” o repartiendo certificados de intelectualidad por lo mucho que él ha leído y lo poco que han leído los demás. “Pablo Iglesias no se ha leído ni a Marx ni a Lenin”, enfatizó en un momento de su gloriosa intervención.
“Suicidar al PSOE”
Pero no está solo Eligio Hernández en su cruzada contra Podemos. En el PSOE hay unos cuantos dirigentes que son partidarios de pactar con el Partido Popular o, en su defecto, de ir a nuevas elecciones generales antes de formar Gobierno con Pablo Iglesias. Sus cálculos son meramente orgánicos: gobernar con Podemos, meter a Podemos en LaMoncloa, podría equivaler a “que el PSOE salga por la ventana”, en palabras doctas de Eligio en 13 TV. Efectivamente, existe la creencia de que un acuerdo de gobierno con Podemos puede desgastar al PSOE y fortalecer al socio. Eligio y los que le siguen en su cruzada prefieren un acuerdo con el PP mediante una abstención activa, es decir, “cogobernando desde la oposición” y obligando al PP (ejem) a una serie de reformas a ejecutar una vez en el machito. Nada dicen los partidarios de esta teoría del desgaste que puede suponer para el PSOE volver a hacer presidente a Mariano Rajoy, y por lo tanto, avalar los recortes y las políticas salvajes que ha ejecutado estos últimos cuatro años. Tampoco explican el fortalecimiento que esa postura servil supondría para Podemos, que se erigiría de inmediato en líder protagónico único de la oposición de izquierdas en las Cortes. Corcuera y Eligio saben perfectamente que la opción que defienden es un suicidio absoluto para el PSOE, y el viejo Pollo del Pinar lo trata de justificar con invocaciones históricas a los momentos previos a la Guerra Civil y al nacionalismo catalán “insaciable”. En realidad, al menos en el caso concreto de Eligio Hernández, estamos ante el desempeño apasionado del submarino que el Partido Popular tiene desde hace tiempo dentro del PSOE, y al uso constante que hace la derecha de su figura me remito. Su permanente reivindicación como socialista de los pies a la cabeza no es otra cosa que la presunción de lo que ya no se es. Ha perdido por completo los papeles y ansía un gobierno de derechas en este país porque sencillamente Eligio Hernández es un teórico de la izquierda que actúa como individuo de derechas.
Elecciones, la tercera vía
Es evidente que a Eligio Hernández le repugna cualquier forma de gobierno de izquierdas que se pueda producir ahora mismo en España. Y su traslación a Canarias, por supuesto. Las presiones sobre el PSOE están siendo fortísimas, y no sólo desde dentro del partido, con Andalucía como mayor afectada por “las ofensas de Pablo Iglesias”, y con la secretaria general por venir (menudo porvenir) a Canarias, Patricia Hernández, haciendo de protomártir desde aquí. Ojalá ésas, las orgánicas, fueran las únicas presiones porque se resolverían como el PSOE siempre ha resuelto sus diferencias internas: comité federal al canto y que cada palo aguante acto seguido su vela. Las presiones las está ejerciendo un amplio sector de la prensa, mayormente de la caverna mediática, pero con el añadido bochornoso del diario El País, referente del cambio de izquierdas en la transición y brújula política e intelectual de la socialdemocracia española y latinoamericana. Y los mercados, ¡oh, los mercados!, ese espantajo que lo mismo sirve para cambiar la Constitución que para exorcizar gobiernos de izquierda. No cesan los agoreros que colocan la incertidumbre política española como causa de la inestabilidad de los mercados, por encima incluso de la brutal caída del precio del petróleo o la pérdida de pujanza de la economía china. Apoteósico. Todos ellos, los que por una u otra causa meten miedo ante un escenario del PP en la oposición y la izquierda gobernando, preferirían una nueva convocatoria de elecciones generales en el caso de que fracasara la gran coalición. Los poderes económicos y mediáticos que lanzaron a Ciudadanos al estrellato tendrían que achuchar con sus culpas y decidir si sería mejor, ante una nueva llamada a las urnas, echar toda la carne en el asador del PP y abandonar a su suerte a los de Albert Rivera. Subiría el PP, bajaría el PSOE y Podemos, muy probablemente, adelantaría a los socialistas por la izquierda, un escenario tan catastrófico para el PSOE que hasta extraña que Eligio no lo defienda con más ardor guerrero.
Lo que interesa y no interesa a CC
Esa nueva conformación política, la de un PP fortalecido tras una nueva convocatoria electoral, con un PSOE debilitado y superado por Podemos, es la preferida de Coalición Canaria. Harto de su socio socialista, el partido de Fernando Clavijo y Ana Oramas está en las tesis de Eligio Hernández a partir un piñón. La diputada nacionalista salió de esa guisa de su reunión con el Rey la semana pasada: ni Rajoy ni Sánchez podrán formar gobierno; debemos ir a unas nuevas elecciones. Y tan campante. Días después, Oramas unió su voz a los que calificaron de chulería o de prepotente la actitud de Pablo Iglesias en su comparecencia del viernes junto a su equipo médico cada vez más habitual. Hay que entenderla, a la señora diputada y a su partido: un pacto PSOE-Podemos en Madrid la alejaría a ella de los centros decisivos de poder en la villa y corte, aunque llegada la coyuntura será la primera en ofrecer su voto a una eventual investidura a cambio de que CC pueda adjudicar las carreteras en Canarias. Pero ese Gobierno de izquierdas sería un mendrugo duro de masticar para CC: el PSOE se fortalecería en Madrid y Podemos, con un grupo parlamentario cada vez más combativo en Teobaldo Power, podría ir engrosando ese movimiento de izquierdas que fomenta Román Rodríguez desde Nueva Canarias (PSOE, Podemos, Nueva Canarias, Agrupación Socialista Gomera…). Un escenario -parece que inevitable- de debilitamiento del nacionalismo, paralelo a un crecimiento de las fuerzas progresistas, con la pérdida de poder estratégico y real del PP y de CC, podría desembocar muy fácilmente en la muerte de Coalición, nacida, ensolerada y embrutecida exclusivamente al calor del poder que de repente le sobrevino cuando once partidos sumaron 31 votos en el Parlamento. O gobierna el PP en España o Coalición Canaria tiene un grave problema de supervivencia.
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