El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Javier Artiles, en el otro lado
Presenciar una solemne reunión de una mesa de contratación de cualquier administración pública es un ejercicio muy recomendable para los que desconfían de que los contratos públicos de mayor cuantía se otorguen sin criterios objetivos y al margen del interés general. Este jueves, sin ir más lejos, se reunió en Las Palmas de Gran Canaria la mesa de contratación que ha de otorgar el concurso de la hemodiálisis para los hospitales Doctor Negrín y José Molina Orosa, el famoso concurso que se anuló al descubrirse que dentro del Servicio Canario de la Salud se habían amañado las bases para que lo pudiera ganar la empresa Lifeblood, en la que aparecía tapado un asesor jurídico externo de Sanidad de nombre Javier Artiles Camacho. Viendo el protocolo que rige en estos solemnes procesos es muy humano preguntarse cómo es posible que hayamos podido llegar a tan alto grado de filigrana: las ofertas vienen selladas, algunas casi blindadas; se lee el índice de cada uno de los sobres o cajas que han depositado los licitadores; se verbaliza y se levantan actas, y se aplican unas puntuaciones que a su vez responden a unos determinados criterios que teóricamente han sido elaborados en base a las estrictas necesidades del servicio que se pretende adjudicar a un particular. Sí, hemos llegado a esa sofisticación de la pureza administrativa por comportamientos nocivos, por trapisondas como las que dieron lugar a que se anulara el concurso anterior lo que, a su vez, dio lugar al que se dilucidaba en aquella sala de juntas de la planta quinta de la Consejería de Sanidad. Sentado a la mesa, como si con él nada hubieran tenido que ver las irregularidades, Javier Artiles Camacho defendía con todos sus derechos la oferta de su empresa. Esta vez sin jugar con ventaja, ciñéndose a un pliego de condiciones elaborado para que lo gane una empresa solvente, cualificada médicamente para prestar un servicio tan sensible como la hemodiálisis. Y no una empresa fantasma como la que presentó en 2010 escondiéndose tras un pobre testaferro al que seguramente terminó por arruinarle la vida.
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