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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Que se jodan los del chaleco amarillo

Aurora del Rosario, portavoz de Empleo del PP. (EFE)

Ha dado para mucho esta semana el Parlamento de Canarias, y no mucho bueno. Hace demasiado tiempo que las tareas que tiene asignada la Cámara (legislar y ejercer el control del Gobierno, básicamente) han quedado desdibujadas por unos modales más pensados para el lucimiento cara a la galería que para ganarse el respeto de los ciudadanos a los que esas sesenta señorías representan, aun asumiendo esa representatividad con la ley electoral que nos castiga. La práctica ausencia de parlamentarios con visión que, además, manejen la oratoria de manera eficiente y pedagógica, unido a la necesidad del PP de montar rifirrafes que les permitan tapar de alguna manera los atropellos que llegan desde Madrid, han alejado al Parlamento de la calle mucho más de lo que ya estaba antes de que estallara esta crisis y todo se pusiera en remojo. El presidente del Grupo Parlamentario Nacionalista Canario (y olé), José Miguel Ruano, en un ataque hasta ahora inédito de honradez política, ha afeado a Inés Rojas que haya mentido públicamente atribuyéndose contactos a título póstumo con la presidencia de El Museo Canario. A ese ataque intempestivo de Ruano a una compañera de partido, a la que nunca ha criticado –que sepamos- su nefasta gestión cultural y en asuntos sociales, no ha tardado en responderle desde Fuerteventura Mario Cabrera, que ha acusado al suplente de Clavijo de estar más cerca de la oposición, es decir, del PP, que del Gobierno al que teóricamente apoya desde su escaño. Ruano no perseguía –qué va- una regeneración de la vida política erradicando de ella ese mal de la mentira que en otros países se castiga con la dimisión y el escarnio público. Lo que hacía era mandarle una patada en la caja de cambios a Paulino Rivero, a cuya facción orgánica pertenece la infortunada consejera. Y, claro, el mejor para responderle no podía ser otro que uno de los más significados defensores de la reelección del presidente, aprovechando además que el barranco de Santos pasa por Santa Cruz y toda ATI está frita porque esto pase y volver a caer en brazos del PP de Soria.

Aurora del Rosario y la penca

La chilena de Inés Rojas ha dado la vuelta a España para que todo el país se haya acabado preguntando cómo debe andar la cultura de las islas si su máxima responsable política tiene esos vacíos tan llamativos. Ella que es conejera y que debe saber que hasta Arrecife tiene una calle con el nombre del doctor Gregorio Chil y Naranjo. En fin. Pero ese lapsus cultural con su mentira incorporada, fue superado con creces al día siguiente por la diputada del PP Aurora del Rosario, que lleva la portavocía de los populares en materia de empleo. Es de común conocimiento que el PP español hace distingos entre los desempleados en función de su extracción social y su capacidad para la emprendeduría o un master MBA. Ya lo dejó claro Andrea Fabra, cuyo padre, por cierto, entrará en horas en la cárcel por chorizo, cuando pronunció en el Congreso de los Diputados aquel famoso “que se jodan”, dedicado a los parados que se quedan sin prestación gracias a los tijeretazos de su propio partido de ella. La señora Del Rosario, en un alarde de sensibilidad y para defender que Báñez se haya cargado el Plan Integral de Empleo para Canarias, se refirió a las acciones del Gobierno canario reduciéndolas a esas cuadrillas formadas por “los del chaleco amarillo y la hoja de palmera que barren las calles”. No vamos a reproducir aquí las cariñosas coplillas que le ha dedicado acto seguido la consejera del ramo, Paquita Luengo, criticando ese desprecio. Preferimos informar a la señora Del Rosario que aquí, en Canarias, a lo que ella llama hoja de palmera nosotros la llamamos penca (con perdón) o, en todo caso, rama. Puede ser científicamente correcto llamar hojas a ese pedazo de escobillón, pero en el imaginario colectivo, aunque botánicamente no sea así, a la palmera la consideramos un árbol, luego lleva ramas. De ahí que, al escuchar a la diputada por La Palma, a cualquiera con un poco de canariedad en las venas le resultara una trabajera eso de barrer las calles con hojas. Harían falta no 2.500, sino 100.000 operarios para conseguir el propósito de dejarlo todo niquelado.

Repsol se pone más brava todavía

Debe haber resultado un respiro para Repsol la noticia de que el cachalote pigmeo que apareció varado en Costa Calma (Fuerteventura), al día siguiente de que el Rowan Renaissance empezara a perforar a 50 kilómetros de allí, no murió por su culpa, sino por una infección. Un respiro para Repsol y para los que se creyeron sus amenazas de que la compañía del compadre Brufau se querellaría contra todo bicho viviente que osara insinuar que sus barcos matan especies protegidas, dónde va a parar. El hecho era cierto: el barco estaba allí y el cachalote varado también, lo que invita a rogar a la petrolera que no pase con tanto desparpajo de regalar quesos y vino de Stratvs a amenazarnos a todos con pasarnos por las armas. Para trabajarse un poco más su imagen, la semana pasada invitó a unos pocos periodistas canarios y otros tantos peninsulares a visitar el Rowan para que el mundo pudiera contemplar que a) es un barco del carajo; b) que sus operarios llevan monos naranjas muy coquetos, y c) que de los más de 200 que trabajan allí en turnos de doce horas (sic) 30 son españoles, entre los que hay algunos canarios. Datos elocuentes, sin duda alguna, que no ayudan mucho a acrecentar el cariño hacia la petrolera ni hacia las prospecciones, pero cada cual es muy libre de defender su fuerte como considere mejor. Así lo debe entender Repsol cuando pide que el TSJ de Canarias se inhiba en favor del de Madrid para resolver el recurso con medidas cautelares interpuesto por el Gobierno regional. Las prospecciones son en Canarias, pero la autorización que se recurre tuvo su generación en Madrid –cómo no- y la parte recurrida debe entender que cuanto más aleje una decisión judicial del volcán sobre el que se ha sentado en Canarias, mejor. O teóricamente mejor.

Juan Domínguez, a Lituania

Está que no para el vicepresidente tránsfuga del Cabildo de Gran Canaria, también conocido como Juan Domínguez. Sin haber pasado los efectos del jet lag de su reciente viaje a China, el hombre se constituyó en el acto insularista de arranque de campaña del presidente Bravo de Laguna para aplaudir con las orejas y tuitear las ocurrencias del que quiere que siga siendo su jefe después de los fastos de mayo. El tránsfuga, que se presentó por el CCN, del que fue expulsado previa denuncia ante la Fiscalía, ya milita en el PP y quiere que el que haga las listas lo tenga presente en sus oraciones. No contento con el meneo que le está metiendo a su pasaporte y a las arcas públicas, este mismo viernes, sin ni siquiera tener tiempo para pasar por el pleno de la Corporación, marchóse raudo y veloz al aeropuerto para viajar nada menos que hasta Lituania, donde los grancanarios tenemos unos intereses turísticos y empresariales tan del carajo que requieren la presencia de ese egregio personaje. Esta vez no parece haberse hecho acompañar de una selecta expedición empresarial, pero sí de la asesora presidencial para asuntos del Este, la lituana Kristina Cernousovaite, que habrá de ejercer de traductora y cicerone para que el viaje sea más llevadero y entretenido. En el pleno que Domínguez se perdió este viernes con motivo de este viaje se le preguntó a Bravo de Laguna por el periplo chino y la respuesta fue de manual: promoción de Gran Canaria. Y todo el mundo se llevó un dedo a la boca para chupárselo con fruición. A ver si con tanto viaje, nuestro admirado Juan se va a perder lo que está por caerle al Cabildo en próximas fechas.

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