Dale un fósforo a un pirómano, ponlo en medio de un pinar en plena canícula, con 40 grados de temperatura y viento racheado y prepárate para lo peor. Dale al Partido Popular de Telde y a Guillermo Reyes, de AFV-Ciuca herramientas urbanísticas y el control sobre la junta de gobierno de la ciudad y luego no te vengas a hacer el sorprendido. Transcurrido ya el primer año de gobierno municipal en la ciudad de los faycanes, dicho sea sin retintín, empiezan a soltarse los corsés con los que regresaron al gobierno los que destrozaron esa ciudad hace alrededor de seis años. Hasta ahora han mantenido una aparente prudencia, un propósito de la enmienda esperanzador. Pero ya ha habido unos cuantos gestos para la sospecha, empezando por la actuación del concejal de Urbanismo en un solar de Jinámar, continuando con la factura de Ambrosio Jiménez, colada de rondón en el plan de pagos a proveedores, y terminando de momento con lo que se va conociendo del nuevo Plan General. Claro que en esta ocasión ni son todos los que eran ni están todos los que fueron detenidos. Y, encima, los reincidentes cuentan ahora con el virginal amparo de Coalición Canaria, que empieza a asistir impávida a trapisondas de las que debería desmarcarse cuanto antes, porque debemos entender y entendemos que no desconocen los pormenores. Si al final resultara penalmente perseguible el asunto del pago mediante el plan de ajustes de la factura (por llamarla de algún modo) de la sentencia de La Mareta, ya pueden irse tentando los ropajes los concejales que capitanea Pablo Rodríguez, que no deberían olvidar la habilidad de algunos de sus compañeros de viaje por colocar escudos humanos en los momentos más delicados y luego marcharse de rositas.