El audio en el que Antonio Alarcó muestra el grado supino de su fanatismo y sus deficiencias democráticas sólo dura tres minutos y pico, pero es suficiente para hacerse una idea de cómo una mentira mil veces repetida no deja de ser una mentira, la diga Marianico o este descerebrado senador tinerfeño. Además de lo que les contábamos ayer acerca de sus insinuaciones sobre una ejecución policial en la que resultó muerto un policía (Alarcó pasa por alto este detalle y hasta confunde Leganés con Getafe), el candidato al Cabildo se atreve incluso a asegurar que los investigadores “no dieron los datos a la Justicia”, que hubo una extraña llamada a “un alto cargo marroquí”, que “no se sabe quiénes fueron los autores” y que “lo más grave está por saber”. A lo que nosotros, muy humildemente, le contestamos que “lo más grave” ya lo conocemos: que el PP ha recuperado el discurso de la infamia, la mentira y del fanatismo y que el señor Alarcó es un auténtico hooligan de la cuestión. Menos mal que casi al final reconoce cuál es la almorrana que le molesta: “fue un tema de tal gravedad que influenció (sic) directamente en el resultado de las elecciones” del 14 de mayo de 2004. Al lamentable espectáculo de Alarcó contribuía de modo decisivo esa vergüenza del periodismo que es Andrés Chaves, que no hizo otra cosa sino soltar acusaciones sin el mínimo rigor documental. Menos mal que ambos coincidieron en que el periódico El Mundo terminará publicando alguno de sus culebrones por entregas. Ya les podemos ir adelantando -y apunten por ahí la fecha- que a este paso y gracias a esta interesante deriva fanática, el PP va a perder las elecciones generales de 2012.