Los primeros en desmentir a Barragán fueron los dirigentes de Nueva Canarias, que aun empleando palabros amables, se desmarcaron por completo de tan pretendida alianza. “No estamos para arrimarnos ahora a Coalición”, fue lo más desamorable que escuchamos, pero el desmarque fue contundente. Dicen en el partido de Román Rodríguez, al que Hermoso ha ungido como próximo presidente del Gobierno (como cuando sumó 31 diputados y traicionó a Jerónimo Saavedra) que el empeño ahora radica en extender el proyecto “nacionalista y de izquierdas con el que acabamos de salir de nuestro congreso”. La expansión, por supuesto, incluye la isla de Tenerife, y ahí debe dolerles también a los chicos de Hermoso, que se hacen fuertes alrededor de Fernando Clavijo y de Ani Oramas para disputar el liderazgo a Paulino Rivero. La plaza tinerfeña, dicho sea de paso, la pretende ocupar Román Rodríguez con la ayuda de su querido amigo Santiago Pérez, que se resiste como un jabato a la tentación porque no termina de creerse del todo que la confluencia final en 2015 será tan amplia que incluirá al PSOE que lo desplazó de aquella manera. Y si se lo cree, desde luego, no quiere ser él quien lidere la Nueva Canarias tinerfeña, con la alegría que daría a don Pepito con una reaparición tan estelar. Pero lo que está claro es que habrá Nueva Canarias en territorio comanche, se ponga Manolo Hermoso todo lo meloso que quiera.