Llegó la hora de levantar una muralla de protección ante lo más señero de la sociedad tinerfeña. Llegó la hora de proteger las esencias de un régimen que se resquebraja por la crisis, por la corrupción y por su propia antropofagia. La mismísima playa de Las Teresitas se ha convertido en campo de batalla frente a un Nelson que viene de Gran Canaria en forma de sanguinario invasor con armas sutiles pero más dañinas que un cañón o un arcabuz. Sin ponerse de acuerdo en absoluto porque hasta en eso se ha roto la apacible paz tinerfeña, los periódicos El Día y Diario de Avisos coincidieron este domingo en editorializar sobre las revelaciones arrojadas por el sumario del caso de Las Teresitas, un enorme amasijo de componendas, de tráfico de influencias, de evasión de divisas, de negocios amparados y desamparados y de un colosal quebranto económico para Santa Cruz de Tenerife que las empresas editoriales han convertido en “un linchamiento moral a la sociedad tinerfeña”, en el caso de El Día, y en “un segundo linchamiento” a los imputados en la causa, en palabras del Diario de Avisos. Ambos periódicos coinciden en que lo que se viene publicando de ese enorme sumario de 70.000 folios no es más que un relato policial inconsistente y vacuo, y devalúan cualquier resultado en base a que la juez instructora ha decretado, con el respaldo de la fiscal anticorrupción, el sobreseimiento provisional del delito de cohecho, es decir, el de soborno. Para mejor entender estas posturas editoriales, quizás convendría echar un vistazo desapasionado y global del caso, desde sus inicios hasta lo que se vaticina puede ser su final.