Este viernes no fueron a la guardería. Y eso que la Candelaria sólo es festivo en Tenerife. La escuela infantil Gusiluz cerró sus puertas, como estaba previsto, para evitar males mayores con la orden municipal de precinto que pesaba sobre ella. Con 52 niños en la calle por la denuncia de un pediatra vecino, que ve cómo su vivienda pierde valor económico por tener adosada a tanta chiquillería (¡¿?!), la prole se dirigió a mediodía a las Oficinas Municipales de León y Castillo, en demanda de soluciones al problemón creado a mitad de curso. Tanto revuelo mediático, con cámaras de televisión y fotógrafos a la entrada del ayuntamiento, despertó el interés de los políticos más sensibles. Fue la concejal de Compromiso por Gran Canaria, Nardy Barrios, quien primero recibió a los padres en la misma calle, para solidarizarse con sus reivindicaciones y ponerse a su disposición. Más allá de quién tenga la razón legal, ni padres ni niños entienden que les corte su primera educación en pleno febrero: el necesario informe previo de cambio de uso dotacional de la vivienda de Ciudad Jardín, donde está la guardería, para la concesión definitiva de la dichosa licencia de apertura.