Por mucho que Cardona cargue sobre los técnicos y se sacuda cualquier responsabilidad excepto la política, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria no puede alegar en absoluto ignorancia. Es cierto que en aquella etapa en que el alcalde Soria a ejercía el poder de manera atronadora y omnímoda, pocas cosas se discutían a la superioridad, tanto si llegaban directamente del despacho de la alcaldía como si la sugerencia provenía del todopodederoso Francisco Fernández Roca, Curro, el componedor de muchas operaciones grandiosas, verbigracia, La Favorita. Puede que sea verdad que Cardona, a la sazón concejal de Urbanismo, se limitara a firmar, pero es imposible que haya firmado el convenio del Canódromo y viera pasar ante sus ojos lo que tuvo que ver pasar y ahora alegue que todo estaba en las manos exclusivas de los funcionarios. Y en concreto ha nombrado a dos ante el juez, José Setién y Juan Miguel Zerpa. El primero es el hombre clave del urbanismo del PP, el gudari, el guerrero vasco, en honor a su procedencia.