El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Portada para la facultad
Por un momento parecía que se había acabado el mundo, que se había rasgado la mediana imaginaria que separa Canarias de Marruecos y el noble vecino había plantado, como en Perejil, una bandera en el mismísimo centro de la avenida santacrucera de Buenos Aires. Cualquiera que viera este martes la primera página del periódico El Día, edición de papel, pensaría que se había producido un acontecimiento grandioso que obligaba al editor y a su equipo médico habitual a sacrificar la mitad de su espacio a reproducir una parte sustanciosa de su artículo editorial. Pero no. Algo nos debimos haber perdido desde la última vez que consultamos las páginas de esa gloriosa reliquia y el día de ayer, porque tras la lectura de tan desquiciante texto llegamos a la misma conclusión de siempre: lo que puede empeorar, termina empeorando irremediablemente. Y la poca vergüenza del editorialista y sus mariachis va proa al marisco, no hay duda. Debe haber aparecido una sentencia contraria (hace tiempo que no ganan una) que ha enervado de manera notable al veterano editorialista como para ordenar a sus subordinados destrozar por completo la primera del periódico con un cacho de editorial donde se repite la misma historia de siempre: que si España nos somete, nos roba y nos esquilma; que si Paulino Rivero y su esposa son los culpables de todo y que deben marcharse de Canarias (los verbos y los predicados son mucho más fuertes, perdonen el recato), y que si ya es hora que el pueblo canario se alce en armas contra estos traidores. A ver si vende el periódico de una puñetera vez y deja tranquilos a los independentistas serios, que tienen que estar avergonzados.
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