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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Báñez sí tuvo tiempo para el PP

Fátima Báñez, este martes, entre Asier Antona y María Australia Navarro.

La ministra de Empleo es muy particular. Llegó este martes por la tarde a Las Palmas de Gran Canaria sin un hueco en su agenda para reunirse con los agentes sociales, explicar públicamente el desastre de las cifras del paro (el peor enero de los últimos doce años) o firmar con el Gobierno de Canarias un convenio para la lucha contra la economía sumergida y el empleo irregular que sí ha tenido tiempo de suscribir con las autonomías gobernadas por el PP. No hubo este martes nota oficial de su partido, el PP, para anunciar que Fátima Báñez se reuniría en un acto multitudinario con el comité ejecutivo de la organización en Canarias, pero ya se encargaron de difundirlo a través de las redes sociales los que asistían alborozados a tan magro encuentro.

A las puertas de la sede del PP en la capital grancanaria, Báñez se tropezó con los siempre incómodos periodistas, ante los que ni se detuvo y a los que, por tanto, no contestó una sola pregunta, ni siquiera en versión diferida. Al fin y al cabo pisar por primera vez como ministra la comunidad autónoma que sufre el segundo peor registro de paro, a la que ha quitado de un manotazo los fondos de políticas activas de empleo, no requiere la menor consideración por su parte.

Vino español en el Arsenal

Frustrada la mariscada que se iba a meter entre pecho y espalda en el restaurante Rías Bajas, hemos de reconocer que no tenemos ni pajolera idea de dónde cenó la señora ministra la noche de este martes, si lo hizo en algún restaurante más modosito o si prefirió las más discretas dependencias de su hotel, donde pediría un vaso de leche y un donut antes de conciliar un reconfortante y merecido sueño (al fin y al cabo, el paro es culpa de los malditos socialistas). Sí sabemos que el encuentro con los 30 invitados a aquel condumio se ha cambiado por un cóctel (vino español, en el argot) en las dependencias de la Base Naval de Las Palmas, bajo protección militar, lejos de la mirada de reproche de algún ciudadano cabreado. Será a eso de la una de la tarde, cuando acabe el simulacro de salvamento que se desarrollará entre los buques Esperanza del Mar y Juan de la Cosa. Tras el vinito y la aceitunita, la ministra regresará a Madrid, que aquí se roncha.

Cardona vuelve a latir

La verdad es que con mucha astucia, el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria se ha subido el sueldo. Estaba harto de cobrar una miseria (63.255 euros al año) y, lo que es peor, de formar parte de esa mesnada de hambrientos trabajadores municipales en nómina que el año pasado le acompañaron en una rebaja de la nómina del 6,75%. Aquellos, que se aguanten, que no se presentaron a las elecciones ni las ganaron para merecer la capacidad de decidir que los cargos políticos sí tienen derecho a volver a la situación anterior. Y el resto, como diría Andrea Fabra, que se joda. Y lo que es peor, Cardona se ha subido el sueldo para distanciarse aún más de los funcionarios que desde este primero de año están viendo reducirse sus salarios hasta en un 30% como consecuencia de la desaparición de complementos hasta ahora intocables. Seguirá ganando, no obstante, algo menos que su primer teniente de alcalde, Ángel Sabroso, que cobra como político y como árbitro de balonmano (en 2012, más de 6.000 euracos). Pero, a lo que íbamos: Cardona vuelve a latir, vuelve a probar el sabor de las mieles del poder y el disfrute de incrementar el tamaño de la brecha que se ha abierto desde hace tiempo entre el grupo de gobierno (PP) y los que tienen que ayudarle a sacar esa ciudad adelante. Vuelve a latir, dice.

Spínola pidió para él

Se tensionan algunos sectores del Partido Socialista Canario, particularmente en el sector tinerfeño, tras los últimos acontecimientos políticos (sic) sobrevenidos el sábado durante la celebración de su comité insular. La decisión de reclamar de las Ejecutivas regional y Federal la readmisión “de los compañeros y compañeras” expulsados fulminantemente por hacer una moción en comandita con el PP en el Ayuntamiento de Tacoronte, ha obtenido una respuesta clara y rotunda de ambos órganos: váyanse a pulpiar. Esa tensión amenaza seriamente con hacer más grande la herida por la que se desangra la Ejecutiva Insular (dividida ocho a siete en esta cuestión) y otros cargos orgánicos deseosos de pasarle alguna factura a José Miguel Pérez por ser como es (“mudito” unas veces, enérgico “dictador” otras). La minoritaria corriente Izquierda Socialista ha servido a la Ejecutiva puesta en Tenerife por el vicesecretario general, Paco Spínola, para a) tener excusas con las que culpar de sus debilidades al enemigo externo, mayormente de Las Palmas, y b) para desgastar con postureos imposibles al secretario regional poniendo al tiempo carita de yo no fui. El líder de Izquierda Socialista en Tenerife, Pedro Anatael Meneses, se ha convertido de repente en piedra angular, hasta el punto de ser llamado a consultas por la superioridad para que matizara su propuesta de Tacoronte y otra que ha pasado inadvertida para el gran público pero que tiene muy cabreada a la dirigencia del partido: la de exigir al Gobierno (donde sientan culo algunos del PSOE) que afloje un punto con los liberados sindicales. ¿Intervino en alguna de estas negociaciones Paco Spínola? Pues sí.

Reunión en la consejería

El consejero de Presidencia y Justicia, Francisco Hernández Spínola, a su vez vicesecretario general del PSOE canario, no podía consentir un comité insular del partido en Tenerife que introdujera más inestabilidad en las capas altas de la atmósfera. Su preocupación no eran los expulsados de Tacoronte, que de defender a esos ya se ocupa la Ejecutiva Insular, donde sienta sus reales un viceconsejero suyo en calidad de secretario de Organización. A Spínola le preocupaba su propio trasero. De ahí que el jueves anterior al comité citara en su despacho ministerial en Santa Cruz de Tenerife al líder de Izquierda Socialista. La versión de Pedro Anatael Meneses es que él salió de allí con la cabeza bien alta, que no transigió apenas ante las peticiones del consejero y vicesecretario. ¿Y cuáles fueron esas peticiones?, preguntamos haciéndonos los bobos. ¿Se interesó Spínola por salvar los muebles a su Ejecutiva en el caso de los cinco de Tacoronte? ¿Pidió a Meneses que se dejara de boberías y trasladara esa propuesta a una ocasión más propicia? No, lo que negoció fue que se rebajara el tono de la otra petición de Izquierda Socialista, la que exigía al Gobierno que suprimiera las órdenes sobre “revocación de dispensa de asistencia al trabajo” (liberados sindicales, para entendernos) y se cambiara por una llamada al diálogo con los sindicatos. Es decir, traspasar el conflicto desde su consejería (donde está Función Pública) a la de Empleo (donde reside el diálogo social), de la que se ocupa Paquita Luengo. La resolución salió del comité tan suave que ni siquiera concitó la atención de los medios informativos, que nos centramos en la otra, la que no preocupó a Spínola, la de exigir al órgano del que forma parte que revoque su decisión de pedir la cabeza de los rebeldes de Tacoronte.

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