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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Primeros días sin Soria

El expresidente del Partido Popular de Canarias y exministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria (c), a su llegada a una reunión del Comité Ejecutivo Regional del PP de Canarias.

Carlos Sosa

Nada es lo mismo en el Partido Popular de Canarias tras la defunción política de José Manuel Soria, decretada este sábado en el Boletín Oficial del Estado. Se acabaron para siempre los apacibles días de terror que atenazaban a cualquiera con ansias de futuro político cuando se le pasaba por la cabeza cualquier intento de renovar la cúpula. Se abrió el relevo y se desenfundaron los cuchillos. Asier Antona, secretario general, hombre de la máxima confianza de Soria, tiene a día de hoy todos los boletos para timonear el relevo desde una presidencia interina que habrá de ser refrendada la próxima semana por alguna autoridad nacional que recale por esta ultraperiferia en ejecución de los estatutos del partido. Antona se ha labrado con merecimiento ese relevo por haber sabido llenar con mucho empeño y mucho trabajo la permanente ausencia de martes a viernes del ex ministro. Ha hecho partido, repiten sus seguidores, se ha recorrido las ocho islas y todos sus municipios, ha sabido escuchar con un talante mucho más abierto que el defenestrado presidente, y ha representado con dignidad a su formación al frente del Grupo Parlamentario Popular en el Parlamento de Canarias. Es joven, tiene un pasado inmaculado en su trayectoria política, lo que en el PP empieza a ser una exigencia ineludible para que no vuelvan a repetirse episodios calamitosos como el que terminó con la carrera de su antecesor. Pero necesita la bendición nacional, que sus apoyos en Génova 13 sean poderosos y no provengan exclusivamente del ex ministro de Industria, cuyo nombre nadie se atreve a pronunciar en público porque ha quedado maldito. A la altura misma del de Luis Bárcenas.

Candidatos en la sombra

Pero Asier Antona ha de pasar ese primer hito, el de ser elegido presidente por la dirección nacional, lo que ya se le presenta con complicaciones por culpa de determinadas fuerzas tradicionales del PP canario que buscan colocar al frente de la formación a alguna persona que sea más manejable que él. Ese movimiento se ampara de momento en la excusa de que el sustituto de José Manuel Soria ha de ser natural y vecino de Gran Canaria, de donde es el ex ministro, porque es en esa isla además donde reside el mayor poder electoral del Partido Popular. Nadie de Gran Canaria, que se sepa en estos momentos, ha dado aún el paso para postularse, aunque haya muchos miembros electos del comité regional (condición indispensable para optar) con ganas de hacerlo (María del Carmen Hernández Bento, Australia Navarro, Juan José Cardona…). Y si el problema es la residencia en esa isla, Asier Antona parece dispuesto a empadronarse, que para eso su esposa, Aurora del Rosario, ex diputada regional, hoy consejera del Cabildo, de tiene esa condición por vivir en Gran Canaria su familia. Ser presidente del PP de Canarias en vísperas de una más que probable cita electoral es un puesto muy goloso. Será quien ocupe ese cargo quien decida, con el refrendo posterior de Génova, quién ocupará, por ejemplo, el puesto que deja Soria como cabeza de cartel por la provincia de Las Palmas, un reto enorme si se tiene en cuenta el desgaste que supone no solo ese papel sino también enfrentarse a una campaña donde será inevitable hablar de paraísos fiscales y de la salida humillante que ha tenido que soportar el líder hasta ahora indiscutible. Desde luego parece recomendable que quien dirija el PP canario haya de estar al frente de alguna responsabilidad parlamentaria, bien en Canarias o bien en Madrid, aunque no haya sido esa hasta ahora la constante dadas las particularidades que adornaban al líder caído. Él siempre ocupó puestos de responsabilidad ejecutiva, posibilidad que ahora se presenta para su sucesor o sucesora bastante complicada.

La proa la pone Manuel Fernández

Pero la oposición más feroz a Antona proviene en realidad de Tenerife, aunque el cabecilla sea herreño. Porque al frente de ese movimiento contrario al palmero aparece claramente identificado su antecesor en el cargo de secretario general, Manuel Fernández, al que Soria retiró en su día por su escaso interés en la vida orgánica. Ex consejero de Industria en lejanas calendas, Fernández es catalogado dentro y fuera del PP como el máximo exponente de la utilización de la política para el mundo de los negocios. No en vano, Fernández estuvo imputado junto a Soria en el caso Salmón: por entonces era asesor urbanístico del grupo Anfi del Mar, donde vacacionaba el ex ministro, lo que quedó de manifiesto con el contrato que manejó la jueza instructora, Margarita Varona, sin consecuencias penales ni políticas para el diputado, miembro precisamente de la comisión de Turismo del Parlamento regional. Y dos piedras. Su presencia en muchos consejos de administración y su nada disimulado papel de lobby dentro de las instituciones ha sido siempre muy criticada por dirigentes intermedios del PP, que sin embargo no se han atrevido a promover un veto. Fernández teme que Asier Antona, nada manejable por él, pueda ponerle la proa por esa mezcla perversa de negocios y política, y que en el envite se lleve por delante también la prometedora carrera de su hijo, de igual nombre, que ya ha sido colocado en algunos puestos gracias a las influencias de papá. Fernández apuesta sin recato por María del Carmen Hernández Bento, actual senadora y ex delegada del Gobierno, mujer que fue de la máxima confianza de Soria y que acabó distanciándose de él por no considerar que se le proyectaba convenientemente tras su paso por la Delegación del Gobierno en Canarias.

Nadie pone la mano en el fuego

Por lo demás, la caída del líder indiscutible ha sido encajada con mucho silencio entre los que siempre lo defendieron. No hay críticas públicas y lo más duro que se oye de él es que gestionó muy mal las noticias que lo situaron en paraísos fiscales con empresas offshore “por culpa de su carácter soberbio”. Pero debe estar habiendo mucha crítica soterrada como para que el concejal de Las Palmas de Gran Canaria haya tenido que salir en su cuenta de Twitter escribiendo que “esta sociedad que tenemos es así. Ni antes era tan bueno ni ahora tan malo. Pero parece que lo que toca es machacar. Yo no: prefiero decir gracias”. Nadie se atreve en estos momentos a poner la mano en el fuego por él porque todo el mundo teme que sigan apareciendo vinculaciones en paraísos fiscales u operaciones en el exterior que se hayan extendido a muchos más años de gestión pública de los que hasta ahora se conocen. Todavía de manera reservada, algunos se atreven a relatar episodios que, puestos en relación con las últimas noticias publicadas, explicarían muchas cosas que Soria fue incapaz de explicar en sus catastróficas comparecencias públicas. Las últimas, este domingo en la prensa nacional, lo han vuelto a dejar por mentiroso. En El Mundo tuvo que sacarse otro de sus conejos de la chistera cuando los periodistas que lo entrevistaban le demostraron, papeles en mano, que ocultó su presencia en Mechanical Trading Limited, la empresa que montó en Jersey, tapado por el BBV Privanza.

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