Da la impresión, ahora vamos a ponernos serios, de que el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria gobierna a golpe de efecto, buscando el titular facilón y la foto apañadita que le permita sacar el jocico en la prensa local ante la evidente planicie que está caracterizando su mandato municipal. Salvadas las honrosas excepciones, como el esfuerzo de su concejal de Turismo por relanzar el sector en la ciudad y la colaboración que le presta al Ayuntamiento la Autoridad Portuaria para una acción conjunta en el istmo, las acciones del Ayuntamiento son más bien ridículas. Porque ridículo suena que, de buenas a primeras, nos levantemos un día con un invento de scalextric en Las Alcaravaneras, una franja verde pintada en Mesa y López, 2.800 palmeras dispersas por la ciudad o una regasificadora en La Isleta, que hasta esa ocurrencia tan biodiversa hemos tenido que soportar del señor Cardona. Nada de eso, ni siquiera la boya de San Cristóbal (con perdón) están en el programa electoral del PP para la ciudad. Sí está, sin embargo, la rebaja de los impuestos municipales para 2013, y hasta ahora lo único que ha hecho la mayoría gobernante en la capital grancanaria ha sido subirlos.