El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Recordando al párroco de Teror
No aprenden ni a empellones. Al cierre de la presente edición (qué tiempos los de “cierre de edición”, oye) el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria todavía no ha retirado su decisión de gastarse 1.200 euros en confeccionar un mural de cerámica en el parque Juan Pablo II en conmemoración a la patrona de la isla, la Virgen del Pino. Un dispendio absolutamente innecesario y totalmente insultante que evidencia hasta dónde puede llegar la insensibilidad y la falta de criterios en los tiempos del cólera. Suponemos que la idea cuenta con la bendición del señor obispo de la Diócesis Canariensis, Francisco Cases, porque el Ayuntamiento asegura que la piadosa obra la inaugurará su eminencia llegados los fastos del séptimo aniversario del parque, que lleva nombre papal, como ha quedado dicho. Con este gesto se producen una contradicción y una cabezonería. Esta última, protagonizada por el PP, tiene su origen en las últimas fiestas patronales de la isla, en septiembre de 2012, cuando el presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, sufrió un desplante institucional por parte del párroco de Teror, Manuel Reyes, después de que el político tomara el micrófono en el momento culmen de la ofrenda a la patrona y anunciara al mundo, henchido de regocijo y fervor cristiano, que el Cabildo correría con los gastos de confección de un nuevo manto para la imagen de la virgen. Reyes, que es de los que vive la crisis y las consecuencias entre la gente, le dijo con el mismo micrófono que la patrona no permitiría que se empleara dinero para esas fruslerías mientras sus fieles pasan necesidades. El manto no se ha presupuestado siquiera, pero tendremos mural preciosista.
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