El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Una regasificación impuesta
Bajo la amenaza de que la inversión del gas “se la pueden llevar a otra isla”, cunde el pánico y comienzan los movimientos para instalar la regasificadora de Gran Canaria en el Puerto de La Luz, dentro de la península de La Isleta, dentro del pulmón estratégico de la isla, de muchos depósitos de combustible y, lo que es más peligroso, junto al populoso barrio de La Isleta, que se va a poner la mar de contento cuando sus fuerzas vivas divulguen de las pretensiones del alcalde de la ciudad, Juan José Cardona. La inversión no se va a ir a otra isla porque, sencillamente, está prevista otra similar en Granadilla (Tenerife) donde los poderes invisibles hicieron a la perfección su trabajo: compraron los terrenos anexos a Granadilla cuando eran rústicos, presionaron para hacer allí un puerto con la excusa de la regasificadora y, alehop, convertidos en industriales los solares, todos a forrarse ahora. En Gran Canaria, Gascan, hasta hace poco en manos de constructores muy poderosos, quería que la operación se hiciera en el polígono y puerto de Arinaga, pero la feroz oposición de la Mancomunidad del Sureste (Ingenio, Agüimes y Santa Lucía), que ha alegado peligro cierto para la población, además de otros impactos ecológicos y visuales, lo ha impedido hasta el momento. Por eso, Gascan miró de inmediato para el otro puerto factible de la isla, el de La Luz, y una vez el PP se hizo con la alcaldía de la ciudad, ha puesto en marcha su plan B.
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