El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Semana de dolor para Soria y Bañolas
Habría que remontarse a los momentos políticos posteriores al franquismo para encontrar unas elecciones tan apasionantemente abiertas como las que se avecinan. Todo está patas arriba: antes de las andaluzas de marzo solo se hablaba del final del bipartidismo y, por la irrupción de Podemos, en el síndrome socialista del Pasok griego. En un cortísimo espacio de tiempo ya se cuestiona la herida mortal del PSOE, y su sorpasso se traslada ahora al PP, de manos de Ciudadanos, lo que ha provocado que Mariano Rajoy haya convocado, en medio de una división interna sin precedentes, a un órgano, la Junta Directiva Nacional, que llevaba dos años sin reunirse. La crisis del PP ha dejado en pañales a la del PSOE, con un Pedro Sánchez que respira tranquilo paradójicamente gracias al triunfo indiscutible de Susana Díaz en Andalucía, pero mirando de soslayo lo que pueda ocurrir en las municipales y autonómicas de mayo (con todo el ambiente político revuelto) y con unas catalanas en septiembre que pueden hacer mucho daño a los partidos tradicionales. Aquí, en Canarias, que es lo que nos interesa más, la revoltura no es menor, y de ella no escapa ni siquiera Podemos –como era de prever-. Los modelos democráticos de elección, cruzados con los intentos de la dirección nacional de que no se les salga de madre el proyecto, apuntan indefectiblemente a una concepción de construcción partidista necesariamente parecida a la tradicional, por mucho que les duela y les cueste reconocerlo. El PSOE canario no termina de recuperarse de la sacudida que ha supuesto una confección de listas verdaderamente caótica que finalmente ni ha contentado al aparato ni ha satisfecho a la candidata, con un resultado cara a la ciudadanía bastante patético. Coalición Canaria coge resuello gracias a la inminente amnistía judicial decretada sobre su candidato, Fernando Clavijo, un archivo provisional de la causa Corredor que sin embargo no va disipar en absoluto otros problemas políticos que tiene planteados. Y en el PP, el partido tradicionalmente ajeno a cualquier disputa interna, se enfrenta por primera vez en Canarias desde la llegada del Gran Timonel, a una situación cuanto menos distinta.
Soria declara la guerra
Quizás haya que reconocer que la noticia de mayor relumbrón de todas las que se refieren al panorama político canario esté en el PP, por mucho que el monoteísmo impida hablar de crisis dentro de esa formación política. Soria está dando síntomas de amortización. Hace una semana reunió en su mansión de Tafira Alta a un núcleo muy selecto de consejeros de su partido en el Cabildo de Gran Canaria. El objeto del encuentro era reforzar otro anterior de carácter más formal que tuvo lugar en la misma institución hace unos quince días. Se trataba de diseñar la estrategia a seguir tras la acalorada marcha de José Miguel Bravo de Laguna a un nuevo partido, Unidos por Gran Canaria, tras el desprecio que le supuso que Soria no contara con él para la reelección como presidente insular. La consigna transmitida en ambas reuniones fue la de la normalidad y la de transmitir a la ciudadanía que el tránsfuga es Bravo. Allá cada cual con sus consignas. El segundo encuentro, el de Tafira, fue más discreto. No fueron convocados algunos consejeros como Melchor Camón o Ana Kurson, pero a él se incorporaron la candidata Mercedes Roldós y la delegada del Gobierno, Mari Carmen Hernández Bento. Los convidados se sintieron honrados con la distinción que su excelencia les hacía llevándoles a su casa y transmitiéndoles en ese ambiente tan selecto sus más íntimas confesiones políticas. La primera resultó demoledora: las encuestas atisban batacazo electoral del PP, incluso en Canarias, con la pérdida de muchos diputados (en torno a seis o siete, de veintiuno), y la evidente imposibilidad de alcanzar la mayoría absoluta en las dos instituciones donde gobierna hasta ahora, Cabildo de Gran Canaria y Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. No parecía preocuparle ese escenario tan descarnado al líder pepero, lo que dejó perplejos a algunos de los presentes, tanto por la resignación como por la ausencia absoluta de soluciones para remediarlo. Aunque en realidad sí propuso alternativas a la debacle: señalar como enemigos de la causa a José Miguel Bravo de Laguna, al empresario Rafael Bravo de Laguna, al periodista Francisco Javier Chavanel, al propietario de Canarias7, Juan Francisco García, y al director de Canarias Ahora, Carlos Sosa. Así se construye el futuro político de Canarias. Cada día lo tiene mejor el PP.
Fernando Bañolas echa el resto
También ha sufrido su particular semana de pasión el secretario general de Coalición Canaria en Gran Canaria, Fernando Bañolas, que ha visto en muy pocos días como se le descompone la organización sin posibilidades de remediarlo. La marcha del alcalde de su Santa María de Guía natal, Pedro Rodríguez, a una agrupación previa a Nueva Canarias es una herida difícil de restañar. Sobre todo porque ni ha sido la primera ni será la última fuga que sufra desde ahora hasta mayo. O, como reza el discutible eslogan de campaña, “de aquí en adelante”. La fuga de Pedro Rodríguez no supone solamente la pérdida de unos 5.000 votos, vitales para que CC pueda renovar o perder su consejero en el Cabildo o su diputado regional; es en realidad un símbolo del deterioro de la organización en Gran Canaria desde que Bañolas se ocupa de ella. No hace falta tener mucha memoria para remontarse a los penosos episodios del principio de este mandato que ahora languidece, cuando el secretario general nacionalista se entregó al PP sin demasiadas prevenciones y pasó en horas 24 de ser vicepresidente plenipotenciario del Cabildo a un triste consejero de a pie con dos tránsfugas de su formación entregados al poder de la derecha canaria. Tampoco hay que estrujarse el cerebro para comprender que Bañolas y los suyos lo han hecho rematadamente mal en el proceso de lanzamiento de Fernando Clavijo a la candidatura regional. Por el camino quedaron muchos cadáveres que no eran tales y que no han tardado mucho en recomponerse, además de muchas promesas imposibles de cumplir en momentos de tanta tribulación. Que el mismísimo Bañolas se haya lanzado a competir contra Pedro Rodríguez en su Santa María de Guía natal no es más que una muestra de la desesperación que reina en CC de Gran Canaria. Bañolas optará de nuevo a la alcaldía que abandonó en busca de otros destinos políticos de superior alcurnia, y lo hará arriesgándose a perder ante quien le ha echado un pulso verdaderamente arriesgado, Pedro Rodríguez, su discípulo más aventajado. Haciendo doblete (Cabildo y Ayuntamiento de Guía) y dejando estupefactos a quienes dijo que él lo que quiere es ir a un cargo gubernamental, el secretario insular de CC juega a la desesperada en lo que puede ser su última apuesta política. Porque la carambola de las urnas podría dar lugar a que no sea consejero del Cabildo, que su partido no gobierne en Canarias y que tenga que conformarse con ser concejal de la oposición en Guía, en clara disputa por la plaza de portavoz con su hermana Laura, que era la llamada a la sucesión local.
La tercera pata
Nuestro tercer protagonista de esta rentré es el candidato que Los Verdes presentan al Cabildo de Gran Canaria, el único que en este día no aparece fotografiado con corbata. Se llama Paco Ojeda y es un activista de muchas causas, entre ellas la del nudismo, no en vano preside la Asociación Nudista de Canarias. Por eso, la organización ambientalista envió junto al comunicado en el que anunciaba la candidatura de Ojeda una fotografía en la que luce el hombre en todo su esplendor, con el uniforme de gala de la Asociación Nudista, en la idílica, tolerante y hermosa playa de Maspalomas. Nada que oponer a la decisión del señor Ojeda y a la de la organización por la que se presenta de enviar una fotografía así, entendemos que con la sana intención de que la publicáramos sin cortes ni censuras de ningún tipo, en la creencia –seguramente acertada- de que la candidatura obtendrá más votos si se muestra a su cabeza de lista tal y como es, sin tapujos. Más gracia que esa fotografía nos provoca el sutil juego de palabras que hacen Los Verdes a la hora de describir cuál es el objetivo que persigue con la candidatura de Paco Ojeda al Cabildo: “ser la tercera pata del gobierno progresista que pudiera conformarse el 24M”, y a mayor abundamiento, “la transparencia” en las administraciones públicas. Por el tenor literal del comunicado parece descartado que una de las otras dos patas de esa mesa progresista la vaya a aportar Antonio Morales, contra cuyo partido carga el tan mentado comunicado por ser el promotor del proyecto del tren rápido hacia el sur, por mucho que el todavía alcalde de Agüimes sea el baluarte de las energías renovables por las que clama en el siguiente párrafo el texto verde. Así que tenemos que sospechar que la aportación de esa tercera pata a la mesa progresista habría de proceder de los integrantes de las listas que encabezarán por el PSOE Ángel Víctor Torres y por Podemos Juan Manuel Brito, lo que exigiría que Los Verdes alcanzaran al menos dos actas. Eso nos conduce automáticamente a reclamarle que envíen ya la foto y la biografía del número dos. Sea del sexo que sea, conste.
La ignorancia de Jorge Marichal
Opinar no solo es un derecho inalienable, es un ejercicio muy sano. Todos opinamos todos los días sobre todo; todos llevamos dentro un seleccionador nacional de fútbol, un experto en encender el fuego de la barbacoa o un sabio capaz de acabar con la corrupción política y con el paro. En un país como el nuestro en el que el tertuliano ya ha adquirido la condición de experto en todo y en el que la mentira no cuesta nada a quien la profiere, es mínimamente exigible un mínimo de rigor a los que tienen la responsabilidad de opinar con datos veraces. Esa responsabilidad la tienen, desde luego, los periodistas: es diabólico tener que debatir con alguien que opina sobre hechos o datos premeditadamente falsos o erróneos porque si le refutas la mayor parece que estés atentando contra su derecho a la libre opinión, y si te callas das pábulo a un disparate. Tienen también la obligación de pronunciarse con rigor los que tienen altavoces públicos: los políticos, los dirigentes sindicales y empresariales, los futbolistas, los artistas, los faranduleros…en fin, todo aquel o aquella al que circunstancial o constantemente pueda ponérsele un micrófono delante para que opine. Existe en nuestra lengua un amplio catálogo de expresiones para escurrir el bulto o eludir una respuesta, y sobre todo, existe una fórmula mágica para no verse obligado a pronunciarse sobre algo que no se conoce: “no tengo una datos suficiente para opinar”; “no tengo una opinión formada al respecto”, o “de ese asunto no opino porque lo desconozco por completo”. En el lado de los imprudentes extremos se sitúan los que, sin que se les pregunte y sin contar con el más mínimo rigor, se lanzan a opinar sin red. Parten de datos erróneos, casi siempre fraudulentos, lo que les conduce a la formación de una opinión claramente prescindible.
Tinerfeñismo a raudales
En este caso de opinante irresponsable podemos encuadrar esta semana al presidente de la patronal turística tinerfeña, Jorge Marichal, que hace unos días envió a todos los periódicos de Canarias un artículo de opinión sobre la polémica del Oasis de Maspalomas con un titular que lo resumía todo: “Si Colón levantara la cabeza…” (los puntos suspensivos son suyos). Cada medio informativo es responsable de decidir qué artículos de opinión publica, incluso de aquellos que no coinciden con su línea editorial e informativa. También es responsable de difundir una opinión basada en hechos falsos o erróneos, como es el caso. Nuestros compañeros de Tenerife Ahora consideraron destacable el artículo de Jorge Marichal y por eso decidieron darlo. Lo respetamos, pero en el mismo derecho estamos de rebatirlo. Jorge Marichal arranca de unos puntos de partida erróneos: el primero, que RIU gozaba de todos los derechos para demoler su hotel y construir uno nuevo en un espacio que seguramente ni siquiera conoce el articulista, o al menos no en todas sus dimensiones legales, ambientales y arquitectónicas, con sentencias del Supremo que limitan expresamente lo que allí se podía hacer cuando se permitió el hotel que ahora se pretende transformar en un mamotreto, o con aprovechamientos abusivos que sólo los Marichal permitirían en Arona. Ignora también Marichal, seguramente por miopía insularista, que Colón sí estuvo en la zona en cuestión, y que si esa visita fue la que condujo a un expediente de Bien de Interés Cultural lo fue gracias a informes científicos a los que el dirigente empresarial no ha tenido (ni quiere tener) acceso. Nada de ese asunto está en la fiscalía, como de manera maliciosa deja entrever en su texto el dirigente de Ashotel. Hubo una denuncia de un particular, que incluso llegó a reconocer públicamente que le animaba a hacerlo Riu, que jamás pasó de la fase preliminar. Es decir, ni siquiera se judicializó. Pero lejos de toda esa inmundicia de rango menor, lo que realmente está en cuestión en el Oasis de Maspalomas es su recuperación como espacio público, la preservación de un bien de rango superior a la inversión privada que daría a la zona turística en cuestión un realce ambiental y arquitectónico que seguramente es lo que provoca urticaria en Ashotel. Porque algunos seguimos creyendo en el crecimiento económico sostenible y en instituciones que, efectivamente, deben impulsar la inversión y el empleo, pero con la vista puesta en el futuro para que lo que se consuma hoy no sea nuestra hambre del futuro.
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