La UME, como todos los editorialistas de España saben, incluidos los dos tocadores de chácaras que acompañan cada día a don Pepito en sus febriles sesiones de espiritismo independentista, es una unidad del Ejército español que, sujeta al ordenamiento constitucional, tiene como objetivo “contribuir a la seguridad y bienestar de los ciudadanos, junto con las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas, en los supuestos de grave riesgo, catástrofe, calamidad u otras necesidades públicas”. Por lo tanto, ya pueden los responsables del Ejército irse dirigiendo a don Pepito para darle algunas explicaciones que quizás sean convenientes, sobre todo para prevenirle de que uno de los riesgos que deben despejar los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado es el de la involución golpista, tan adherida al ideario del ilustre editorialista. Porque, en su euforia antipaulinista, al tal Rodríguez se le va la pinza y mete por medio nada menos que al “general”, que no es otro que su admirado y respetado general Francisco Franco. Nos lo imaginamos en tan sublime momento dictando a Peytaví y a Chaves esas sentidas líneas y abrazando contra su pecho un manoseado ejemplar de los Principios Fundamentales del Movimiento. “Don José, yo creo que terminar con un ¡viva España! puede ser un poco estridente; mejor lo dejamos en lo de la UME”, le dijeron un poco preocupados quizás.