Tras el triunfal congreso del PP, con mayorías a la búlgara rayanas en el cien por cien y enmiendas que se retiran par mejor proveer, llegó el congreso de Coalición Canaria, con un Paulino Rivero batiéndose el cobre con lo más granado de la casa madre, con la vieja ATI vistiendo sus galas más juveniles tratando de mover la silla al presidente canario a mayor gloria del rito tinerfeño más antiguo y aceptado. Sus más allegados le requirieron que se mantuviera firme, impasible el ademán, y no porque pueda estar garantizada su candidatura en 2015, que ya veremos, sino por lo que pudiera ocurrir de aquí a allá con cosas tan de comer como el pacto con el PSOE, es decir, con el no pacto con el PP, que eso es al fin y al cabo lo que algunos siguen meneando para colocar a Soria a tiro y ver hasta dónde está dispuesto a llegar. Paulino ganó, o mejor dicho, la fórmula que le pusieron a Paulino en un croquis funcionó a la perfección: tú dedícate a presidir y a recorrer Canarias un minuto antes de la caja de turrones La Moyera y deja a Barragán que dirija el partido, no vayan a tomar posiciones los Oramas, los Clavijos y los Melchior y la vayamos a jeringar. Cada uno ha empezado su guerra dentro de CC, pero de momento el equipo ganador va a iniciar su reposicionamiento, mientras la ATI profunda revisa sus pactos con don Pepito y con ese Tenerife descontento que quiere algo más que una emisora de radio.