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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Hechos que empañan las palabras

Águeda Montelongo y Marcial Morales, junto a concejales de CC y PP, hacen las paces en Puerto del Rosario.

El consenso, la confluencia, el acuerdo, el destierro de la crispación… son valores políticos necesarios y reclamados hoy en día por una buena parte de la ciudadanía, perpleja ante comportamientos públicos soliviantados que evidencian todo lo contrario. Pero las diferencias entre instituciones o partidos políticos sirven para marcar el territorio, para que las fronteras ideológicas queden siempre bien definidas, algo que también agradece el público para poder comprobar las diferencias y evaluar el peso de su voto. Los consensos son para los grandes acontecimientos cuando está en juego algo más que una fotografía o un recado envenenado, y las mayorías, para ejercerlas dentro de los límites normales de respeto a las minorías y ausencia de atropellos. Que el Partido Popular de Fuerteventura se haya pasado los últimos años –y hasta el otro día mismo- poniendo a parir al alcalde de Puerto del Rosario por el Plan General del municipio y que ahora firme la paz y lo respalde con regocijo podría ser un gran acontecimiento si no fuera por lo que encierra. Un comunicado de CC de Puerto del Rosario de hace tan solo unos meses hablaba de “la actitud de bloqueo y boicoteo del PP” hacia el Plan General, con “aportaciones carentes de rigor técnico y basadas en la improvisación y el planteamiento de una estrategia política sustentada en el conflicto, el enfrentamiento permanente y en el no por defecto”. Algo debe haber cambiado sustancialmente en esa postura para que, de repente, la presidenta del PP de Fuerteventura (y no el portavoz municipal de los conservadores) se haya hecho una foto con el alcalde de Puerto Cabras firmando no solo la paz, sino el respaldo regocijado de los populares al nuevo planeamiento de la ciudad. ¿Ha cedido Marcial Morales a las pretensiones carentes de sustento técnico del PP? ¿Ha retirado todas esas propuestas de conflicto el PP para que Marcial Morales haya acogido de tan buen grado los votos de los populares?

El petróleo y el caso Patronato de fondo

Cualquier respuesta afirmativa a esas dos cuestiones plantea la conclusión a la que todo el mundo ha llegado: Coalición Canaria y el Partido Popular de Fuerteventura han hecho buenas con esa foto todas las sospechas de acercamiento entre ambas formaciones desde que el proceso interno de elección de candidato de los nacionalistas se saldó con la elección de Fernando Clavijo. Porque si es el PP el que ha desistido de su conflictiva oposición al Plan General es que le gusta la música que suena ahora dentro de CC; y si hubiera sido CC, por el contrario, la que hubiera admitido las propuestas populares, es porque ahora toca el entendimiento con ellos. Y no ha sido para salvar el Plan General, sino para lanzar a los interesados precisamente ese recado envenenado en una isla por la que ha empezado la evidente ruptura con el pasado/presente de Coalición Canaria. En el breve lapso de veinte días, los seguidores majoreros de Fernando Clavijo han escenificado dos actos de clara ruptura interna en Fuerteventura. El primero fue Herrera Velázquez, secretario general de CC, el que hizo saltar todo por los aires tramitando con descaro la afiliación al partido de Sergio Lloret, bestia negra de Mario Cabrera, presidente del Cabildo y destacado líder de la facción que apoyó a Paulino Rivero. Tuvo que corregir de inmediato su decisión al comprobarse en los cuarteles laguneros de Fernando Clavijo que aquello podía conducir al desastre. Ahora ha sido Marcial Morales el que ha hecho explotar otra bomba abrazando a la lideresa de los populares majoreros, máxima representante del partido contra el que los nacionalistas mantienen una dura batalla pública por un asunto crucial para Canarias como las prospecciones petrolíferas. Lideresa que, además, disfruta en estos momentos de la condición de imputada por corrupción tras una denuncia del Cabildo que preside Mario Cabrera por presunta malversación de fondos en el caso Patronato. Si lo que pretendía era dar una imagen solemne de consenso político con esa fotografía, lo que Marcial Morales ha conseguido a cambio es acrecentar el cisma en la organización nacionalista majorera. Y, de paso, alarmar al resto de la organización en el resto de las islas.

CC, rota en media Canarias

Los primeros pasos de la muchachada clavijista, y del mismo Clavijo, no pueden haber sido más torpes (o más intencionados) en estas primeras semanas ejerciendo como candidato de CC a la presidencia del Gobierno. Los gestos de propensión a un acercamiento al PP no han cesado ni un solo minuto. A las reuniones de Clavijo con lo más rancio del empresariado grancanario y sus posteriores proclamas públicas, ora contra la subida de impuestos, ora contra la postura gubernamental en el sensible asunto del Oasis de Maspalomas, han seguido los patinazos de sus huestes en los ámbitos internos. Porque, además de Fuerteventura, la ruptura está servida en islas como Lanzarote, La Palma y Gran Canaria, y en todas ellas la recomposición se torna muy complicada por los odios cartagineses promovidos por las dos partes en presencia. A limpiar ese ambiente tan cargado tampoco ha contribuido mucho el presidente Rivero, que no se ha cortado un pelo en su empeño por seguir ejerciendo su cargo con total autonomía, lejos de la lógica coordinación con el candidato. Tal actitud ha despertado el recelo de la otra parte contratante, que sostiene que es Rivero el que alimenta la guerra civil vaya usted a saber con qué aviesas intenciones. El almuerzo que presidente y candidato sostuvieron esta semana en el Coto de Antonio (Santa Cruz de Tenerife) solo ha servido para aparentar una tregua cuyo primer hito será la ausencia de Rivero en el cónclave nacionalista de este sábado, una ausencia que seguramente no será la única y que no servirá para apaciguar nada. Porque todo apunta a que, sin que se enfríen las euforias del partido con los ecos de los encendidos discursos que se pronuncien, el lunes habrá nueva andanada interna destinada a sacar los colores al candidato por sus últimas desavenencias ideológicas.

La insoportable levedad de una alcaldesa

Más crisis en Coalición Canaria. Los tambores de guerra que sonaban en el Puerto de la Cruz desde la misma mañana del fallecimiento de Marcos Brito (y de eso hace apenas una semana), se convirtieron este viernes en batucada de sonora ruptura cuando cuatro ediles de Coalición Canaria en el Ayuntamiento registraron a las nueve de la mañana su carta de dimisión. No estaban de acuerdo con Sandra Rodríguez, la nueva alcaldesa, elegida gracias a ocho votos favorables (cuatro de los restos de su partido y cuatro del PP) pues los nueve de los grupos de oposición (PSOE, Vecinos por el Puerto e IU) sumaron las abstenciones. Se lo habían hecho ver a Brito en vida, y se lo transmitieron a la cara a Rodríguez en las múltiples reuniones que fueron desde el sepelio hasta la noche de vísperas, cuando después de mucho discutir y lagrimear, decidieron que era imposible seguir al lado de quien no les inspiraba confianza personal y política. Así las cosas, el Puerto de la Cruz vivió este viernes momentos de gran confusión e incertidumbre en las horas anteriores al pleno. Se llegó a decir que no se celebraría. Hasta el secretario general de los socialistas portuenses llegó a declarar que lo mejor sería que Sandra Rodríguez ¡convocara elecciones anticipadas! Menos mal que Rodríguez se aseguró de que los grupos de oposición no movieran ficha censurante. Si lo hubieran hecho, se habría sentado en el sillón. De todos modos, lo ocurrido es una especie de censura pues acceder a la alcaldía sin el apoyo de la mitad de su grupo político ya revela el cainismo y las notables discordias que anidaban en la CC portuense. Cuando falleció el alcalde, lo único que ocurrió es que el vaso se desbordó. Ya no estaba él para impedirlo. Claro que el apoyo del Partido Popular (cuatro concejales) se plasmó con el entreguismo característico de esta formación política a la que no importa el papel de segundona.

La plana mayor de CC

Hasta que se inició la sesión plenaria. Lleno a rebosar en el caluroso salón de plenos. La plana mayor de CC, incluido Ricardo Melchior, al completo. O sea, Clavijo, Oramas, Carlos Alonso y Paco Linares, alcalde de la Villa. Lo primero, la toma de posesión de Silvia Felst, la sustituta de Marcos Brito, la número 9 de la lista. Curiosamente, pasados tres meses de las últimas elecciones, cursó baja como militante de CC, al no cumplirse lo que le habían prometido. En la repesca, la han readmitido, cualquiera no. Cuando se sentó Felst había cuatro asientos vacíos en la bancada de CC. El secretario del Ayuntamiento se empeñó en que la votación no fuera secreta, de modo que fueron cantando los síes y las abstenciones. Al final, ocho frente a nueve. Y Sandra Rodríguez, acordándose de Marcos Brito, juró su cargo e hizo su primer discurso como alcaldesa. La aplaudieron, sí. Pero el largo y tortuoso camino no ha hecho más que iniciarse. Empezando por determinar los sustitutos de los ausentes dimisionarios (a los que no se puede acusar de incoherentes) y por recomponer las áreas de gobierno. Todo para siete meses, en los que habrá más trifulcas, seguro.

Patricia Hernández toma ‘posesión’

Mientras, en el Partido Socialista Canario las aguas vuelven a su cauce, al menos de momento. La primera Ejecutiva Regional tras las primarias sirvió para que introducir a la nueva candidata, Patricia Hernández, y rendirle los tributos protocolarios merecidos: la sentaron, como corresponde, junto al secretario general, disipando cualquier suspicacia que pudiera haberse levantado tras el frío recibimiento del que fue objeto el lunes en el grupo parlamentario socialista. No hubo durante la reunión el menor reproche por ninguna de las partes, ni se sometió a discusión imposiciones de listas, cargos o destinos. La candidata recibió lo que esperaba, el respaldo del máximo órgano ejecutivo, y la confirmación de que las listas se confeccionarán por el método tradicional, tan democrático como el que le llevó a su actual responsabilidad: la Ejecutiva propondrá, el comité regional decidirá y la federal sancionará. Y ella tendrá voz, sin duda, y tendrá que proponer y negociar ineludiblemente, con los ganadores, con los perdedores y con los mediopensionistas, dejando fuera –así parecen tenerlo decidido ella y José Miguel Pérez- las presiones bastardas de los malajes que todavía creen que el Partido Socialista está para satisfacer sus egos y garantizarse su sustento en la teta pública. No lo va a tener fácil, pero apoyos no le van a faltar, a tenor de lo que algunos de esos sectores ya le han manifestado, sobre todo los que sí buscan que el PSOE deje de hacer el ridículo.

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